Estas prohibiciones ¿no son limitaciones de la libertad de pensamiento y de expresión, aunque sean iguales para todos?
El que la Escuela sea Espacio Público, eso afecta a la Institución y a sus representantes, no a los ciudadanos. Un ciudadano confesional de a pie, de la cultura que sea, en todos los Espacios Públicos, se manifiesta, viste y porta signos según su forma cultural, si esta es legítima. Lo que no puede hacer es utilizar una posición de función pública para ello. A los alumnos, con la finalidad de educarlos en ciudadanía, les suspendemos su ciudadanía en la Escuela. Porque lo que pretendemos no es que el ciudadano, cuando participa en el Espacio Público, deje su identidad personal; sino que no la imponga si es Cargo Público y que respete, como de igual derecho, cualquier otra identidad diferente.»
Lo que yo estoy poniendo aquí en cuestión es el asentado principio laicista de la limitación de expresión cultural (no va a ser únicamente religiosa sino que, si la hay, debe ser con respecto a cualquier signo comunitario particular diferencial) de los alumnos en la Escuela Pública.
Resumo mi línea de razonamiento de éstos correos:
1 La Escuela como Institución Pública se prohíbe a sí misma cualquier manifestación o publicidad de cualquier planteamiento que corresponda a una comunidad particular diferenciada.
2 La educación en la escuela debe consistir en el aprendizaje de métodos y conocimientos científicos y de las artes, y en la formación del razonamiento, elementos propios del ser humano como individuo y comunes a todos; así como de las normas constitucionales y de los valores que las presiden, necesarios para su desenvolvimiento como ciudadanos responsables y cooperativos al bien común.
Estos apartados afectan claramente a todos los representantes de la Institución (me gustará oír a alguien como se conjuga eso con la Libertad de Cátedra)
3 Los alumnos tienen el deber de asistir a la escuela, ¿de aprender los conocimientos?, y de comportarse de forma que no obstruyan, más bien que faciliten el cumplimiento de las finalidades de la Institución.
Ahora bien, ¿les debemos considerar como miembros componentes de la institución y por lo tanto sujetos al mismo principio de aconfesionalidad de la Función Pública, o como ciudadanos participantes «clientes».
Excluidas todas sus actitudes de proselitismo o de imposición, tanto en el ámbito de los conocimientos como del simbolismo hay muchos espacios de libertad de expresión según su forma cultural particular.
Otra alternativa sería que, en las materias opinables, cada uno se exprese según su confesionalidad; y sería la tarea de los educadores, precisamente, distinguir para el individuo y para los demás oyentes, lo que en ello, allí y en la vida cívica exterior, hay de particular, legítimo (es bueno ayunar en el ramadán), pero no necesariamente compartido por, ni imponible a los demás.
Es en este marco educacional donde es más viable el aprendizaje del relativismo de lo particular y por otra parte del respeto a las diferencias legítimas.
Las evaluaciones de adquisiciones serían, lógicamente según los principios que pongo en 2 (el agua no se convierte en vino)
Cuando decimos que la enseñanza radicalmente aconfesional, excluyendo toda posible expresión de su
pensamiento particular, es una oportunidad para que el niño, que viene naturalmente culturizado por la
familia y/o el medio social, tenga en la escuela una oportunidad de escoger más libremente su opción de
conciencia, estamos haciendo una apuesta por el libre pensamiento.
Desde la posición que expongo en el párrafo anterior, lo que llamaría confesionalidad legítima o aceptable, me parece más acorde con el respeto a la Libertad de Pensamiento y a la educación en el ejercicio de ciudadanía plural.
La ambivalencia de estos expuestos, se debe a que, no pretendo hacer ninguna doctrina, sino seguir un
razonamiento y contrastarlo, que puede valer, así como las respuestas, a otros participantes. (¡No me venga alguien jodiendo con que estoy defendiendo un laicismo fuerte o un laicismo débil!).
Miguel Fernández
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Cuando estudié durante una temporada en un College de Oxford no se concebía bajar a cenar si no era con traje oscuro. No lo consideré nunca una imposición, sino una costumbre local. Cuando mis alumnos se comportan como lo harían con sus clientes, siguen pautas de conducta razonables, como no interrumpir la clase con sus móviles o no comer palomitas o expresarse con corrección. En cuanto al vestir, sin necesidad de requerirles, lo hacen de forma deportiva con algunos toques de elegancia. Mi mensaje se refería a que no resulta sensato considerar cualquier limitación de la libertad como una intolerable restricción de un derecho, porque es descabellado olvidar que la Ciudad nos exige también deberes.
Mis alumnas islámicas -licenciadas en Derecho- visten a la europea por su propia voluntad, a veces con un pañuelo que no tapa completamente el cabello, quizás porque pertenecen a una clase social que les ha
permitido licenciarse en Derecho y viajar por el mundo. Los hombres de negocios de Arabia Saudí nunca se reunirían con una abogada saudí en su país y si lo hacen en Londres vestirán a la europea. Mis
alumnos naturistas vienen a clase vestidos y me invitan a compartir fines de semana en el pueblo naturista de «El Fonoll». Cada cosa a su tiempo.
Creo que alguien no ha entendido que mi idea de aceptar unos ciertos parámetros en el vestir no es inmutable, varía con la conciencia social.
Joan Francesc Pons
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Tienes razón, Joan, tan sólo le estábamos sacando punta a aquello de la prohibición francesa de portar el pañuelo musulmán a la escuela. Es que, en realidad, no hay ninguna diferencia entre la superstición que obliga a la musulmana a taparse el pelo, y la superstición de la francesa que se tapa los pechos. Todo es superstición, casi nunca está basado en un razón práctica como que, por ejemplo, tenga frío. En pleno
verano caluroso se tapan igual. Y es una superstición, porque, follar, van a follar igual, tanto si se tapan como si no.
Provocar van a provocar igual, tanto si se tapan como si no. Como bien han comentado en la lista, en España se tapaban las mujeres el cabello no hace ni cuarenta años. Y en Francia, hace cincuenta años, también. Pero como ahora ya no se hace, ¿se prohíbe?
salut. sebas.
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El Fundamentalismo Laicista o la perversión de la Tolerancia.
Preocupantes las noticias llegadas desde París, sobre las afirmaciones del Ministro del Interior francés, Jean Pierre Raffarin, en un encuentro con masones de diferentes obediencias.
«Si no hay consenso, especialmente sobre símbolos o conductas relacionadas con la religión en lugares públicos, no dudaré en obligar a que se respete el secularismo por ley», dijo en medio de la polémica surgida por el uso del velo, por parte de adolescentes musulmanas.
El actual gobierno francés, salió de un bochornoso proceso electoral para vergüenza de toda Europa, en el que el Partido Socialista, quedo fuera de la carrera presidencial en la primera vuelta, en beneficio de la extrema derecha representada por Jean-Mari Le Pen. Ello obligó al Partido Socialista de Francia, a apoyar públicamente la candidatura de l conservador Chirac, por higiene democrática, y por salvar la dignidad nacional ante el mundo, del otrora ocupado por el ejército nazi, con el placet del gobierno de Vichy.
Otras alarmas se habían encendido antes en países como Suiza, que se vio sometido a un bloqueo Diplomático y económico por parte de la Unión Europea, hasta que la extrema derecha abandono el gobierno y se convocaron nuevas elecciones.
Ese es el marco en el que hay que entender las declaraciones del ministro, acomodado por el fuerte impulso que acertadamente el Grand Orient de France, ha dado a las cuestiones públicas, sobre todo evidenciando y denunciando las pulsiones racistas que se respiran en este país.
Pero, ¿podemos estar de acuerdo como ciudadanos con una afirmación que no se atañe exclusivamente a lo público?. Creo que no.
La libertad de conciencia, de expresión, de autodeterminación, entra en una carrera peligrosa, cuando se caen en juicios maximalistaspor el simple trasvase de votos, que pretende la derecha recibir de la extrema derecha.
Sacudida en sus regiones agrícolas por el desempleo, y con la llegada de fuertes oleadas de inmigrantes de las antiguas colonias, Francia acusa el golpe de un agotamiento ideológico y un cansancio en sus ciudadanos que cada vez son más escépticos, e incluso cínicos, con el actual sistema político. La fuerte abstención y los ingredientes añadidos de una perdida de identidad colectiva, como la falta de memoria histórica y el sentimiento de desarraigo producto de la fuerte inmigración interior hacia las grandes ciudades, hacen necesario un culpable y un salvador. El salvador para los ojos de una nada desdeñable porción del país galo es Le Pen, fascista que ofrece el sueño de Juana de Arco, a un pueblo que no recuerda ya la ocupación Nazi. Los culpables son los débiles del mundo Árabe, que al amparo de sus derechos históricos adquiridos en la época colonial, llegan a Francia, en busca de algo mejor.
Francia ha sido tradicionalmente de centro izquierda, pero la izquierda está perdida por que sus referentes no son válidos en el nuevo modelo económico que ella misma ayudo a crear.
El Partido Socialista fuertemente debilitado, se encuentra exiguo y sin un referente tras él, y los conservadores, ven la posibilidad de afianzar posiciones que desde hace mucho tenían perdidas en la memoria colectiva del país que divide la historia.
Decía que el ministro estaba acomodado, cuando debiera calificarlo como ventajista.
¿Puede un gobierno o un congreso legislar sobre materia que responde única y exclusivamente a la conciencia individual y que de ningún modo atenta contra derechos fundamentales del resto de la sociedad?. ¿Puede un simple velo provocar una frase tan contundente y airada de un ministro conservador en un encuentro con masones?
La libertad de conciencia, credo, autodeterminación, y su expresión social lógica, debe no solo no ser atacada, sino garantizada por los estados, siempre y cuando no atenten contra derechos fundamentales de otros ciudadanos.
Aquí no caben los fundamentalistas testigos de Jehová, que dejan morir a sus hijos, pues atentan contra los derechos de un menor.
Pero acusar al mundo árabe de inculto, atrasado o como ha escrito algún hermano de “medieval”, es cuando menos pecar de ingenuo o ignorante.
Existen unos seiscientos millones de musulmanes, y según datos de la UNESCO, tan solo un 5% se puede considerar fundamentalista. Por no argumentar que el conocimiento que hemos heredado de filósofos griegos y romanos, científicos egipcios… nos llegaron de su mano, y de la escuela de traductores de Toledo, fundada por el rey Alfonso X el Sabio.
Soportaron la expulsión de países por ser infieles, los colonizamos y durante más de dos siglos, les impedimos ejercer sus soberanos derechos. Les robamos y humillamos, cuando han aportado una cantidad ingente de elementos culturales, comparables con cualquier civilización, y simplemente ojeese el diccionario, en busca de palabras y lugares, textos y citas Árabes. Pues no representa nada comparado con lo que han aportado a la memoria histórica del mundo. ¿Qué precio tiene poder leer a Aristóteles o Platón, la geometría de Euclides o el libro de los muertos de Egipto?, todo ellos se lo debemos.
Sacamos petróleo de sus países, pero no construimos Universidades ni Escuelas, y mantenemos a tiranillos que sirven a los intereses del conjunto de la sociedad occidental.
Y cuando exiguos llegan a nuestras fronteras, sin dinero, desarraigados, enfermos de sed de justicia, les damos el golpe de gracia, por que sin tratar de comprender el elemento cultural, los despojamos de su orgullo y dignidad.
El velo no es un elemento religioso, ya existía antes de Mahoma, y su uso esta recogido en la Biblia, descrito por Demócrito y Julio Cesar. Es un elemento que pertenece a lo más hondo de su cultura y su memoria, que no es prosiletista, que no atenta contra la dignidad, pues se encuentra encerrado en el origen mismo de la civilización.
El desconocimiento, la ignorancia, y la soberbia de quien se cree culturalmente superior, pero que demuestra su bajeza en los subproductos sociales como el persistente fascismo y nazismo, hacen que hiera sensibilidades.
¿Nos acordamos de cuando los colonizamos y esclavizamos?.¿Recuerda Francia el juicio por los actos cometidos por militares en las ex colonias celebrado hace escasos dos años?. ¿Quién es el ofendido?
Si se prohíbe el velo al amparo de un fundamentalismo laicista y una secularización fascista, estaremos apostando por un modelo social uniforme, donde la diferencia será perseguida por extraña, y denostada por herética.
Si se prohíbe el velo, ¿Se prohibirán las cruces o estrellas que adolescentes llevan al cuello?.¿Se prohibirán las insignias masónicas que tanto gusta exhibir a algunos hermanos en el ojal de su chaqueta?. Sino es así, estaremos ante un atentado contra la igualdad de trato, y contra la autodeterminación.
Si todo esto ocurre, se iniciara una espiral contra lo diferente al amparo normativo, ya que supondrá, que sensibilidades, algunas de las cuales votan a Le Pen, se verán heridas.
Releo el libro Gran-Hermano de George Orwel, y me quedo con el párrafo que explica el objetivo del sistema, donde el gran hermano no existe, y solo es la dictadura retroalimentada de un sistema de poder por el poder, donde no tienen cabida las ideas, la critica, la diferencia.
Fraternalmente,Allende Ricardo Aldao Matilla