pesadumbre.
1. f. Cualidad de pesado.
2. f. Fuerza de gravedad de la Tierra.
3. f. injuria (‖ agravio).
4. f. Molestia, desazón, padecimiento físico o moral.
5. f. Motivo o causa del pesar, desazón o sentimiento en acciones o palabras.
6. f. Riña o contienda con alguien, que ocasiona desazón o disgusto.
Ahora que está cada vez más claro que, en España, la nota de Religión volverá, como hacía ya más de veinte años, a contar para nota media y becas —y a la larga, para estar mejor o no colocado respecto al mercado laboral—, necesito compartir algunas apreciaciones a partir de este anuncio promocional.
-el eurocentrismo tan descarado de sus alusiones —y presumiblemente, de su temario—,
-la confusión y el menosprecio que se generan al hablar de la ciencia como se habla de ella —fruto de casualidades y manzanos, o de ecuaciones y formulaciones químicas a las que solo la religión puede dotar de "su verdadero sentido"—,
-la vergüenza que implica el hecho de que se citen a los artistas que se citan —cuyas obras o/y vidas fueron vilipendiadas por la moral cristiana—,
"en qué se inspiraron los compositores que han dado lugar a la música actual".
Aun así, sería muy difícil sostener que la religión haya sido la única "inspiradora" de la "música actual". De todos es sabido que, sin salir de Occidente, la música profana también habrá influido lo suyo… Y que, de todas maneras, mucha de la "religiosa" provino directamente de la profana. Si me apuran, el sistema tonal occidental tiene parte de sus orígenes, por lo menos y entre otros lares, en la Antigua Grecia pagana. Y la estructura de canción monódica, por lo menos, en los cantos seglares de la Edad Media.
Por otra parte, dejemos a un lado el hecho de que, en muchas ocasiones, los géneros poco se han diferenciado entre sí. Es más, desde un punto de vista estrictamente técnico, no sirve de nada dividirlos en religiosos o en "no religiosos". Igual que no habría forma de ver diferencias artísticas entre los compositores pelirrojos y los "no pelirrojos".
2. Pero ojo, aunque solo en parte, las instituciones eclesiásticas sí que han influido en la historia de la música: prohibieron instrumentos musicales, denostaron intervalos considerados diabólicos, frenaron el desarrollo de la polifonía, controlaron los textos y los idiomas…
… Mención especial, aquella que impidió a las mujeres hablar en las iglesias; hablar, y por lo tanto, cantar:
Al fin y al cabo, es su club y tienen derecho a establecer sus reglas, dirán algunos. Reglas que se impusieron a veces tan bruscamente que provocaron la pérdida de repertorios completos (como, por ejemplo, el de la liturgia mozárabe).
Pero si se quiere, sacando de contexto a Stravinsky, digamos que poner límites a la creatividad termina siempre fomentando la creatividad, que el hambre nos hace inteligentes; —y agradezcamos, dicho sea de paso, la labor de Stalin con Shostakovitch—.
En cualquier caso, sin esa supuesta influencia sobre la "música actual", la "música actual" habría sido supuestamente diferente, pero no por ello mejor ni peor. Eso sí, puede que se hubiera gestado con mayor libertad. Y que no sonaran tan hipócritas las palabras de Lucas.
No pasemos de largo por ahí: estos templos han sido subvencionados históricamente por el Estado y por ciudadanos no necesariamente creyentes. Por eso son tan "grandes", como presume Lucas.
A finales de 1987, cuando aún se evaluaba la Religión en España, el papa Juan Pablo II decía esto:
Pero volvamos a lo que religión ha provocado a lo largo de la historia más allá de sus templos:
–A veces le da por castrar a niños inocentes para que, con tal de que siguieran sin cantar las mujeres, en las iglesias pudieran sonar las notas más agudas. Esto ya tenía repercusiones extramusicales, por cierto. Buena parte de ellos moría en la operación o tras años de pobreza absoluta.
Me pregunto si Lucas les explicará a sus alumnos el caso de las Pussy Riot. Y cómo defendería la decepcionante postura del anterior papa:
Hablando de Ratzinger, me pregunto también si entrará en el temario asumir su postura frente al rock:
-A veces, en momentos de extrema crudeza histórica, ha llegado a prohibir cantos y músicas y bailes de pueblos enteros.
Como a los sefarditas, como a los moriscos. Como a los amerindios desde que los españoles pisaron el Caribe. O como en tantas culturas esclavizadas provinientes del este de África; que, sin embargo, resistieron heroicamente y… y oigan, me pregunto si Lucas también les contará todo lo que aportaron en la configuración de la "música actual".
También es muy divertido el lío que se montan al tratar de hablar de qué es y qué no es religioso. Pío X, a comienzos del siglo XX, consideraba las cantatas y las pasiones del luterano Bach como "música de concierto", pero dejaba abierta su presencia encuadrándola como una posible "elevación espiritual". Vaya, nos topamos con el ecumenismo…Lo que cantaron las Pussy Riot, a propósito, fue una "plegaria punk". Pero no, eso no vale.
El otro día tuve acceso al libro de Religión de la editorial SM para 3º de ESO: solo dos párrafos expresamente referidos a la música entre unas ciento cincuenta páginas. Bajo el epígrafe de "Biblia y música", el primero presumía ante el hecho de que "no solo los compositores del Renacimiento y del Barroco compusieron obras con temas bíblicos, sino también los de nuestro tiempo". Como ejemplos de "nuestro tiempo", se citan, completamente al azar, las Lamentaciones de Jeremías de Stravinsky (una pieza de 1958 de estilo dodecafónico, ya sabéis, justo el que suena en las discotecas), los Salmos de 1965 de Leonard Bernstein (¡escritos en hebreo por un ascendiente judío y bisexual y para una iglesia anglicana! —¡catolicismo puro, vaya!—), y el Cantar de los Cantares de Penderecki (la obra más rabiosamente moderna de todas… ¡de 1973!; ni con esta, "nuestro tiempo" sobrepasa al de Franco).
Pero más sangrante aún es el segundo párrafo, en donde los de SM no pierden la vergüenza al indicar que "también los colectivos, especialmente los más oprimidos, han reflejado en la canción sus propias propias experiencias, similares a las vividas por el pueblo de Israel". Y al señalar luego que "ese es el caso de los espirituales negros cantados por los esclavos en tierras de América". Qué visión más profunda del tema, qué educativo…
Puede que haya algún profesor puesto en música, no digo que no. Pero la mayoría dedica su tiempo, como sabemos, a contar cuentos de hadas, a consolidar supersticiones varias y a tratar de justificar su también cambiante código moral.
No sería de recibo que hablase demasiado sobre música, en todo caso. O sobre cualquier otra materia. Lo dice el autor de un blog que apuesta claramente por la interdisciplinariedad, hasta en su título. Pero yo no quiero una interdisciplinariedad tan tendenciosa y propagandística. Eso es más bien "anti-interdisciplinariedad".
Para ello hay profesores de plástica y de música mucho mejor preparados. Basta con no recortar tantas horas a sus asignaturas. Además, hablarán del arte y la música de todas las épocas, lugares y culturas.
Esto es evidente en el caso de la ciencia. Debo citar al químico José María García Mato, que lo explica meridianamente en una entrevista con Luis Alfonso Gámez:
El colegio es donde se educa, donde se guía esa inquietud por explorar el Universo con los sentidos, con el lenguaje… Te tienen que decir que sabemos cómo son algunas cosas y de otras no tenemos ni idea. Esa es la aventura del conocimiento, buscar lo nuevo a través de lo desconocido. Si, en ese mismo sitio, hay una clase en la que dicen que todo está perfectamente definido desde hace 2.000 años, no hay nada que hacer. No estoy en contra de que se enseñe religión, porque cada uno tiene sus creencias, pero hay que hacerlo en otro sitio. La catequesis no se puede impartir dentro del colegio. No puedes dar un concepto del todo, una explicación dogmática a todo, y a la vez enseñar química, física, biología… Resulta perturbador. Ciencia y religión son dos cosas inmiscibles.
O como dijo @elgolem de forma más resumida en un tweet ya famoso:
El profe de química dice que no se puede convertir el agua en vino, el de religión dice que sí. Y hay que aprobar las dos asignaturas.
También la religión es inmiscible con respecto a la química, pero también con respecto al resto de disciplinas. De ahí, sin ir más lejos, su parcialidad ante el arte y su evidente incapacidad de practicar el distanciamiento estético. O la omisión acrítica de su cruenta, sangrienta, intolerante e intolerable historia.
Pero el rizo del rizo de la sinrazón es que, para más inri, el debate de lo que no debería ser debatible en un Estado laico, como siempre, termina funcionando, para mayor humillación, cual cortina de humo de lo verdaderamente importante.
Que por desgracia no está el más allá, sino en en el más acá: la bochornosa ley de educación que en España se nos viene encima.