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De un ateo a un amigo creyente

La prohibición de celebrar una manifestación atea en Semana Santa

Estimado amigo, ha finalizado la llamada Semana Santa de este 2011. Y con ella vuestras celebraciones callejeras. Todos los años se repite la misma parafernalia y los mismos tópicos, pero esta vez con alguna de novedad. Te cuento.

Sabes que vivimos en un país que se dice aconfesional y hasta hay quienes lo definen como laico. Quiero decir esto seriamente, aunque no puedo evitar cierta hilaridad. En un país, en donde la calle debería de ser pública, es decir, en donde se debería poder manifestar la gente, respetando, eso sí, las mínimas normas de convivencia y que las leyes contemplan.

Lo dicho, viene a tenor de la prohibición oficial de una manifestación atea, procesión la llamaron en un primer momento los convocantes, que pretendía celebrarse en estas «tus fiestas» de Semana Santa, aún en compañía de tropas militares, en una ciudad de España. Fiestas de católicos y para católicos, también para la hostelería. Sabes que respeto escrupulosamente las creencias del personal creyente. Yo sé que tu respetas las mías y hasta nos pusimos de acuerdo en alguna conversación sobre el particular.

Sin embargo, a juzgar por lo no ocurrido (la manifestación atea) y más allá de cualquier consideración sobre la conveniencia o no del acto referido y sin valorar si se puede o no «definir» como provocación, ya que, de momento, tampoco valoraría como tal vuestras conmemoraciones, sería conveniente hacer algunas apreciaciones que espero podamos comentar cuando nos veamos.

En España hay, como sabes, aunque un tanto desmedida, una democracia. También sé que eres consciente de la existencia de una cosa que llaman Carta Magna de los Derechos Humanos, sí es verdad que «ni dios» le hace caso, pero no es óbice para que esté vigente y halla que reivindicarla, en esa Carta hay dos artículos significativos: el artículo 18 y el 19, respectivamente dicen que «todo ciudadano tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión» y «todo individuo tiene derecho a la libertad de expresión y de opinión».

Amigo estimado, sé que compartes el contenido de los artículos, pero lo que ya dudo es si compartes que puedan aplicarse sólo a un colectivo, en este caso al católico, y no sean de aplicación a los colectivos de ateos que pretendían manifestar públicamente su opinión y posición. Y lo más patético de la prohibición es el argumento: «que hieren la sensibilidad de los ciudadanos católicos», y se hiere nada más y nada menos a vuestro colectivo que manifiesta por las calles y avenidas pura y simple imaginería de deidades y seres sobrenaturales y que todos respetamos; sin embargo, la inversa es motivo de vestiduras rasgadas y demonización de ateos.

Tú, amigo mío, que eres inteligente, ¿piensas que en una democracia puede no tenerse en cuenta las sensibilidades de las personas que en función del conocimiento y la razón no validamos mitos y deidades? Puedes decirme ¿por qué hay españoles que pudiendo creer o no creer en lo que consideremos oportuno no tenemos el derecho, como los católicos a manifestarlo? ¿No te parece que la posible provocación atea es comparable a la tal vez provocación católica? Cuantas veces debatimos sobre el tema ¿te acuerdas? Y claro, en algún aspecto no coincidíamos. Te decía y te lo recuerdo que el ateísmo significa conocimiento, ciencia y razón; y que tu creencia, el teísmo, junto con sus adláteres e instituciones afirma e impone como ciertas verdades que nunca han sido demostradas y que, en mi opinión, no lo serán jamás. Unas verdades reveladas que se sustentan ideológicamente en el totalitarismo y mediante la amenaza y la condena. Que esto, amigo, haya que decirlo a estas alturas del siglo XXI «clama al cielo».

En fin, una afrenta más a la libertad religiosa y de conciencia de este gobierno pacato y débil hacia las imposiciones de la iglesia católica. Para vosotros es el reino que está de los cielos. Para mí, y algunos más, está en la tierra y no precisamente como reino. Un abrazo.

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