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«Curas contra Franco», la historia de los párrocos que fueron represaliados por apoyar la lucha de los obreros de El Ferrol

«Sufrieron cárcel acusados de contestatarios, europeos, comunistas y criptomarxistas»

Entre los años sesenta y setenta un grupo de sacerdotes críticos con el régimen franquista apoyaron la dura lucha de los obreros de El Ferrol. Las fuerzas represivas del régimen les calificaron de “progresistas, contestatarios, europeos, comunistas, filomarxistas y criptomarxistas”. “Le pregunté a uno de ellos, Ángel Ferreiro Currás, cómo los denominaría él, ¿quizá renovadores?, y me respondió que ‘sólo eran comprometidos’. Esos sacerdotes comprometidos se bajaron al ruedo, vieron las necesidades temporales de sus parroquianos y se entregaron a fondo para combatir las injusticias y luchar por las libertades”. Así lo rememora para ELPLURAL.COM Rosa Cal, autora del libro ‘Curas contra Franco’, que narra su historia.

Rosa Cal explica que el título Curas contra Franco alude a que el régimen montado por el dictador los consideró sus enemigos, desafectos a un régimen que significaba la falta de libertades, “de esa forma, sin proponérselo, impulsó la lucha de los curas por conseguirlas, a pesar de la represión que sufrieron. La acción transcurre en la ciudad de Ferrol, especial porque el poder militar (Capitán General del Cantábrico, Capitán General de la VIII Región Militar, etc.) era muy fuerte y controlaba todo”.

Pregunta: ¿De qué modo surge este compromiso de los curas obreros de Ferrol?
Respuesta:
Los curas obreros o ‘comprometidos’ tienen una primera versión en la JOC y la HOAC que tengo en cuenta en el libro. Después, desde 1959 y el proyecto del Vaticano II obtendrán el respaldo legal de la Iglesia para apoyar a los obreros y exigir las libertades: expresión, asociación, inviolabilidad de domicilio y otras.  Pero lo que va a unir a los seis actores principales es que todos están en parroquias de lo que llamaban “el cinturón rojo”, las más pobres y con más problemas.

P: ¿Cómo acaban en estas parroquias?
R:
Tiene que ver también con la llegada del obispo Argaya Goicoechea a Ferrol que  produjo  un cambio total porque pasó la diócesis, del rural Mondoñedo, a Mondoñedo-Ferrol primando al sector obrero. La construcción de la Domus Eclesiae en Ferrol les permitió a los curas reunirse eludiendo la vigilancia policial.

P: ¿Eran personas con especiales inquietudes?
R:
Eran todos jóvenes y sí, mantienen una formación continua: encargan libros, revistas, cursos… Viajaron fuera además: Segovia, Valladolid, Madrid Francia, Suiza, Ámsterdam, Roma… Contactan con nuevas corrientes: “El Prado”, Contestatarios, Solidarios, Comunidades Cristianas (Valencia), “Echanges et Dialogues”- Septuaginta y Cristianos por el Socialismo.

P: ¿Cómo empezó el proceso?
R:
Las primeras acciones tienen que ver con el “1 de mayo” día del trabajo, por las pancartas y octavillas que reparten clandestinamente. La ruptura profunda surgió en el Corpus de 1968 cuando los curas díscolos pretendieron hacer la procesión sin la presencia armada de los militares. El Capitán General se impuso y todo se celebró como siempre, pero Argaya en diciembre abandonó Ferrol y se fue a San Sebastián, y los curas estuvieron casi dos años gobernados por un Vicario Capitular que “les dejó hacer”.  Los cabecillas quedaron marcados y vigilados por la Brigada Social.

P: A partir de ahí, siguiendo su relato,  la actuación de estos sacerdotes va muy ligada a los conflictos obreros.
R:
Las acciones siguientes son muy continuadas: 1969 toma de la dirección de Cáritas, 1970 la huelga de 30 días de la Peninsular Maderera (resistieron por la ayuda de los curas que les abrieron las iglesias y les llevaban alimentos); 1971 la huelga de MEGASA, 1972 la manifestación de obreros de BAZÁN que produjo dos muertos y decenas de heridos… En los años setenta llegamos a la cúspide de las acciones que van a producir un conflicto disruptivo entre el clero comprometido y el franquismo. Esa ruptura brusca no se subsanó sino que con el tiempo se fue agrandando, y provocó en nuestros actores su separación del Régimen y de la estructura eclesial, pero no del sentimiento y la práctica religiosa y reivindicativa.

P: En total toda esta actividad fue protagonizada por apenas media docena de curas.
R:
Sí. Fueron Gabriel Vázquez Seijas nombrado en 1955 coadjutor para la parroquia de El Carmen; el obispo Jacinto Argaya Goicoechea nombrado para Mondoñedo en 1957  y en 1959 José Chao Rego que fue designado para la parroquia de Santa Marina del Villar. En 1963 se incorporaron dos: Eliseo Ruíz de Cortázar, procedente de la burguesía ferrolana destinado al centro de la ciudad, y Antonio Aneiros de la zona rural para la recién creada parroquia de San Pablo, que no tenía ni iglesia. En 1965 Vicente Couce va de coadjutor para Santa Marina, es de la ciudad y de familia obrera. En 1967 llegó, a propuesta de Chao, Ángel Ferreiro Currás de regente para San Juan de Filgueira. Ya tenemos el sexteto, son los sacerdotes comprometidos, los que le dieron más trabajo a la policía Social.

P: Usted ha investigado especialmente la opinión del régimen sobre ellos.
R:
Era un punto muy importante pero delicado. Quería saber lo que pensaba el régimen franquista de ellos, cómo los trataba, cómo los consideraba. En toda dictadura hay policía política que se dedica a seguir, metódicamente, a los que considera desafectos al régimen. Tenía que llegar esos archivos: los de la Brigada Social. Los informes personales de los curas son una fuente inestimable ya que les hacían seguimientos semanales y en momentos clave, día a día, como se ve en  los años 1968 y 1972.

P: ¿Y cual fue su conclusión?
R:
Ese grupo de religiosos fueron actores sociales con una identidad propia durante el franquismo, a los que el Régimen calificaba, en ciertos momentos, como “motor y responsable del movimiento obrero en la ciudad”. Su lazo de unión, su identidad, consistía en la acción social y la lucha por los derechos y libertades propias de países democráticos, manteniéndose dentro del ministerio religioso.

P: Fueron duramente represaliados.
R:
Chao, Couce y Currás  pasaron por el Tribunal de Orden Público, Couce fue condenado a prisión en la cárcel de Zamora, Aneiros y Currás a la cárcel de A  Coruña, y por supuesto,  se impusieron múltiples multas a todos.

P: ¿Dejaron  la Iglesia después?
R:
Sí. Quizá porque la Iglesia dio la espalda al Vaticano II y volvió a la rutina angelical. En 1974 comenzaron a secularizarse.  Muerto el dictador,  CCOO que estaban infiltrados en la mayoría de las factorías, pasan a luchar abiertamente por los derechos de los obreros, y las elecciones políticas dan el papel de lucha por los derechos y libertades a los parlamentarios. Los curas perdieron esas funciones, y los que quedaron se reconvirtieron a la lucha nacionalista.

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