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Cruzada contra el ‘niqab’ en la universidad egipcia

Polémica por la prohibición del uso de esta prenda en profesoras

Las aulas de la Universidad de El Cairo, el escenario desde donde en junio de 2009 el estadounidense Barack Obama ofreció «un nuevo comienzo» en las relaciones entre Occidente y el islam, han inaugurado curso enredadas en las cuitas religiosas. Hace una semana la institución, fundada en 1908 como faro del saber secular, prohibió entre las profesoras el uso del niqab, la prenda que oculta todo el cuerpo de la mujer salvo los ojos. Y estalló la polémica.

«Es un derecho constitucional que la mujer se vista como desee.El niqab no perjudica a nadie», señala a EL MUNDO Ahmed Mahran, el abogado que representa a 33 de las docentes afectadas por la norma. Su bufete prepara una demanda contra el rector de la universidad Gaber Naser, quien en unas recientes declaraciones a Ap reconoció que, aunque el niqab no es un «fenómeno» extendido en las aulas, quiere «curar la enfermedad» antes de que se propague.

La controvertida medida establece que «no está permitido impartir clases teóricas y prácticas o permanecer en los laboratorios mientras se lleva puesto el niqa. Los defensores de la nueva cláusula alegan que la indumentaria -cuyo uso propugna el islam más rigorista- dificulta la comunicación con los alumnos y entorpece el proceso educativo, especialmente, en materias relacionadas con los idiomas.

Según el rector, fueron las quejas de los universitarios las que propiciaron una prohibición limitada al personal docente durante sus horas de clase. «Sólo estamos regulando su uso», apunta el máximo responsable de la universidad. Pese a que el hiyab (pañuelo islámico) sigue siendo la prenda mayoritaria entre las mujeres egipcias, el niqab ha ganado terreno en la última década alimentado por la influencia en mezquitas y canales de televisión de los predicadores salafistas (ultraconservadores) y una revolución silenciosa que ha convertido el recato en obsesión.

Consultadas por este diario, las perjudicadas por el reglamento han declinado hacer declaraciones. «Algunas se han quitado el niqab esperando el veredicto del juez y las que se resisten han dejado de dar clases. No quieren hablar porque tienen miedo», apunta su letrado.

Oposición a la medida

La polémica ha terminado saltando al debate público. «Todas las decisiones que se basen en negar el uso del niqab deben ser rechazadas. Son resoluciones contrarias al artículo de la constitución que señala que la fuente de jurisprudencia son los principios de la sharia (ley islámica)», indica a este diario Taman al Banna, un dirigente cairota de Al Nur, un partido salafista próximo al presidente Abdelfatah al Sisi y la única formación islamista que sobrevivió a la feroz represión que inauguró el golpe de Estado de julio de 2013. Conscientes de la oposición que suscita el veto, los rectores de otras universidades públicas del país más poblado del mundo árabe han rehusado secundarlo.

«Las munaqaba (mujeres con niqab) sufrimos este tipo de discriminación en las instituciones gubernamentales, en las escuelas privadas o en el transporte público», relata Asmaa, una cuarentona que lleva varias décadas sepultada bajo las telas de la prenda de la discordia. «La prohibición en la universidad es inaceptable. Nuestra religión dice que es obligatorio su uso y ni la libertad que ellos alegan lo puede negar», agrega.

En vísperas de unas descafeinadas elecciones parlamentarias -en las que las usuarias del niqab tendrán que mostrar el rostro a una funcionaria para ejercer su derecho al voto- el conflicto tiene parte de déjà vu. En 2009, en las postrimerías de la dictadura de Hosni Mubarak, la Universidad de El Cairo desterró por decreto elniqab de las facultades y las residencias.

La medida, que afectó por igual a profesoras y alumnas, fue revocada por un tribunal administrativo de la capital tras el recurso de una docente. «Si Dios quiere volveremos a ganar la batalla. La corte reconocerá, como ya lo hizo entonces, que esta prenda no va en contra de las costumbres y tradiciones del pueblo egipcio», pronostica Mahran.

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