En 2009, la política austríaca de extrema derecha Elisabeth Sabaditsch-Wolff asemejó a Mahoma —uno de los personajes principales del islam— con un pederasta. Sabaditsch-Wolff fue denunciada por estas palabras, y condenada en primera y segunda instancia.
Sabaditsch-Wolff, entonces, recurrió al Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) argumentando —correctamente— que condenarla por proferir una opinión (que, para más inri, resulta objetivamente cierta) era una violación a su libertad de expresión.
Ayer, el TEDH decidió que condenar a Sabaditsch-Wolff por llamar pedófilo a Mahoma no violó su libertad de expresión (!):
El Tribunal Europeo de Derechos Humanos, con sede en Estrasburgo, dictaminó el jueves que los tribunales austriacos habían «equilibrado cuidadosamente su derecho a la libertad de expresión con el derecho de los demás a que se protejan sus sentimientos religiosos«.
La mujer de 40 años, identificada sólo como E.S., afirmó durante dos seminarios públicos en 2009 que el matrimonio del Profeta Mahoma con una niña era similar a la «pedofilia». Un tribunal de Viena la condenó en 2011 por denigrar las doctrinas religiosas y la condenó a pagar una multa de 480 euros (547 dólares), más los costos. La sentencia fue confirmada posteriormente por un tribunal de apelación austríaco.
El Tribunal Europeo de Derechos Humanos dijo que la decisión de la corte austriaca «servía al objetivo legítimo de preservar la paz religiosa».
¿Qué carajos? Darle protección jurídica a los sentimientos —religiosos o de cualquier otro tipo— es una ridiculez como la copa de un pino; las protecciones jurídicas son para las personas, y cuestionar, criticar, atacar o burlarse de ideas que alguien considera sagradas no representa de ninguna manera un daño a su propiedad o sus derechos.
¡Joder! Es que el TEDH ya debería tener claros los conceptos más elementales de su trabajo, y no que se los esté explicando uno con LEGOs.
En la práctica, esto significa que el TEDH le está imponiendo a todos los europeos que su conducta se acomode a las reglas del islam, cuando esto sólo le correspondería a los que practican el islam… ¡y sólo si quieren!
La guinda del pastel es que la agenda política de Sabaditsch-Wolff se beneficia más con una condena que con la absolución. Si Sabaditsch-Wolff quiere negarle derechos a los musulmanes y frenar la inmigración desde países donde impera la superstición mahometana, el TEDH acaba de hacerle la Navidad. Es la cosa que tiene la la democracia liberal: no se puede defender con medios antitéticos a ella.
Un pésimo precedente que seguramente costará horrores.