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Contradiós en fachilandia, por Aníbal Malvar

“Le gustan los ateos, los agnósticos y los enemigos de la Iglesia […]. Le gusta chapotear en el barro de falso progresismo de esa izquierda sectaria y fanática iberoamericana tan querida por Podemos y los antisistema”. Así despachaba esta semana Francisco Marhuenda, director de La Razón, al Papa Francisco, que tiene a los españolazos de yelmo y adarga muy encrespados y compungidos tras haber pedido perdón al indigenismo por la barbarie que supuso la llamada conquista de América. Cualquier día Eduardo Inda nos saca un corta y pega demostrando que el gobierno comunista-bolivariano del Vaticano pagó en negro al estilista que le cortó la coleta a Pablo Iglesias.

A la derecha española se le tambalean la Iglesia y la borbonidad, pilares sobre los que se sustenta nuestro secular atraso político, económico y cultural. A la España de Marhuenda, Aznar, Abascal e Isabel Díaz Ayuso ya no la reconoce ni dios, que se ha pasado al bando de los indiecitos con este papa tanguero. Hay un verdadero contradiós en fachilandia.

La citada presidenta madrileña nos advierte de que “el indigenismo es el nuevo comunismo” para descalificar los perdones del papa. En El Mundo, en vez de tomárselo con el cachondeíto que se merece la sandez, hablan de “elegancia”: “Y Ayuso, que viaja a EEUU entre otras razones para reivindicar la causa común de la hispanidad en tiempos de iconoclastia y cancelación, denuncia con elegancia pero con coraje que el Vaticano se preste al juego populista de señalar a un enemigo mítico para desviar la atención de su ruinosa gestión real”.

Estas mismas palabras las podría haber aplicado cualquier editorialista de El Mundo a Venezuela o a Cuba. Verlas dirigidas al Estado vaticano desde la España ultracatólica y superchera suena a blasfemia enorme. Dentro de nada, nuestros periódicos de derechas van a abrir con la exclusiva de que en el Vaticano no hay democracia y se menosprecia a la mujer. El nuevo Eje del Mal huele a incienso. Nunca soñé que llegaría a vivir una situación política tan dadaísta. Gracias, realidad.

La posibilidad de invadir el Vaticano por su escasez democrática ya la apunta en La Razón el citado Marhuenda. “Estoy convencido de que el Espíritu Santo se confundió y los cardenales eligieron un candidato catastrófico”, escribe el director del diario planetario.

O sea que el Espíritu Santo, siendo uno y trino, fue víctima de un pucherazo electoral. Con ese recuento del censo no me extraña.

Hemos luchado contra el satánico Bin Laden, contra el satánico Sadam Husein y contra muchos otros satánicos más o menos inventados. Ahora, al parecer, tenemos un papa satánico en Roma, bella paradoja que nos llena de entusiasmo a los poetas ateos.

Vivir en la superstición, y no en la historia, nos lleva a estos debates absurdos, acientíficos y estupefacientes. Con lo fácil que es compilar hechos e intentar comprenderlos sin juzgarlos, que es lo que hace el historiador. Pero vivimos en tiempos ladradores y mordedores, y cualquier excusa nos sirve para arrojarnos los estacazos de nuestra ignorancia.

José María Aznar, uno de nuestros más ilustres ignorantes, quiso denigrar el indigenismo de Andrés Manuel López Obrador, presidente mexicano, acusándole de no llamarse Atahualpa Yupanqui o algo así. Ese es el nivel: si no eres indígena, no tienes derecho a reconocer los derechos de los indígenas. Tienes el deber de ser su enemigo. De negarle incluso su derecho a su historia, su pasado. Sutiles acordes de racismo que se les escapan, de vez en cuando, a Aznar y a sus acólitos.

Corrupción, volcanes, pandemias y ahora el Espíritu Santo, que se equivoca de papa. Es que es un no dar abasto. Ahora, entre todos, vamos a tener que buscarle un nuevo archienemigo a nuestra ultraderecha (que es toda). Ya tienen enfrente a migrantes, menas, mujeres, comunistas, gays, indígenas y hasta al papa. Se me hace difícil llegar más alto.

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