Aunque hace tiempo que dejó de ocupar las portadas de los diarios, lo que está ocurriendo en Egipto sigue siendo muy interesante y también preocupante.
La Asamblea Constituyente, que designó el parlamento dominado por los islamistas, continúa elaborando una Constitución. Sin embargo, a estas alturas no se sabe en qué quedarán esos trabajos. El parlamento fue disuelto por el Tribunal Supremo Constitucional y la misma existencia de la Asamblea Constituyente pende de un hilo puesto que también podría ser disuelta en un futuro próximo.
El pasado viernes miles de personas se manifestaron en la plaza al Tahrir exigiendo que la Constitución reconozca la sharia como fuente de la ley, incluso como única fuente de la ley. Los congregados eran salafistas, que en las elecciones luego anuladas obtuvieron el 30 por ciento de los escaños, y también había hermanos musulmanes, que alcanzaron el 40 por ciento de los escaños.
Muchos islamistas sostienen que la soberanía no emana del pueblo sino de la sharia, que es el compendio de leyes que se fundamentan en el Corán y en las tradiciones atribuidas al profeta Mahoma. Y argumentan que si Dios quiso revelar el Corán a Mahoma, no ha lugar para que el hombre pretanda sustituir las leyes divinas por otras humanas.
Que la soberanía es únicamente de Dios es un principio que han defendido muchos islamistas. El egipcio Sayyid Qutb, ahorcado en El Cairo en 1966, fue uno de ellos. En sus textos, Qutb recalcó una y otra vez que la única soberanía válida era la que emanaba de Dios, y denunció al régimen de Nasser como usurpador. De la misma manera, todos los gobierno que hay hoy en día en los países islámicos son usurpadores puesto que no reconocen la supremacía de la ley divina.
El borrador de la Constitución egipcia dice que la sharia es una fuente de la ley, pero muchos islamistas consideran que estas palabras son insuficientes y que la Constitución debe decir claramente que la sharia es la única fuente de la ley. El fundador de los Hermanos Musulmanes, Hassan al Banna, sostenía esto mismo, de modo que los sectores más islamistas esperan y exigen que la Asamblea Constituyente haga propio este principio.
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