Hace ya cinco años, las manifestaciones de colectivos feministas en varias ciudades de Andalucía marcharían encabezadas por una vagina de casi dos metros. En Málaga y Sevilla hay activistas que siguen imputadas por ello y responden a procesos que suman más de 10.000 euros.
“Hágase tu voluntad, así en mi cuerpo como en mi vida, igual que vosotros no respetáis nuestras libertades, y líbranos de Gallardón. Himen”. Ese era uno de los versos que recitaban decenas de mujeres mientras procesionaban una vagina por las calles de Málaga el 8 de marzo de 2013. El contexto era la reforma en la Ley del Aborto que quería llevar a cabo Alberto Ruiz-Gallardón, entonces ministro de Justicia. La aprobación de la nueva ley representaría un retroceso de 30 años en relación a los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres. Los cambios establecían más restricciones que la ley de 1985, ya que se exigía dos informes médicos (en vez de uno) para demostrar el daño a “la salud psíquica y mental de la mujer” y eliminaban las malformaciones como supuesto específico para abortar. La propuesta también dejaba ambiguo el derecho al aborto en caso de violación, ya que extendía plazos de espera y pruebas.
En Sevilla, en mayo de 2014, otro coño insumiso salió en manifestación contra la precarización del trabajo de las mujeres y en defensa de sus derechos. La efervescencia política de las mujeres, articuladas tanto en las redes como en las calles, tumbaría la ley y se llevaría al ministro por delante. Junto con las manifestaciones y logros, llegaban también las respuestas por parte de los sectores más conservadores. La Asociación Española de Abogados Cristianos (AEAC) denunciaba a una activista en Málaga y a otras tres feministas en Sevilla por “provocación a la discriminación, al odio y a la violencia contra la libertad de conciencia y los sentimientos religiosos”.
En Sevilla, se pidieron tres años de cárcel para tres manifestantes que llevaban el Coño Insumiso. En Málaga, por hechos parecidos, pidieron de 12 meses de prisión, 24 meses de multa y las costas del juicio, incluyendo las de la acusación particular, para Elisa Mandillo, que fue a la manifestación del 8 de marzo de 2013 en Málaga, y contra la que continúa el proceso judicial. “Me acusan de organizadora, pero ese día yo iba sola. He estudiado teatro y me gusta moverme por ámbitos artísticos. Estaba un grupo de mujeres con el coño y me acerqué porque me llamaba mucho la atención. Lo tomé como una parodia, una forma de reivindicación de símbolos”.
La defensa dice que el contenido de las intervenciones hace referencia a los derechos sexuales de la mujer y que la acusación mezcla dos contextos diferentes: “Los abogados cristianos vinculan la manifestación de Sevilla con Málaga. Son contextos diferentes. Hay que entender también que dentro de ese contexto hay reformas y reivindicaciones. También tenía una centralidad importante la institución de la Iglesia católica porque se había posicionado no solo a favor de la contrarreforma, sino que además pedían un endurecimiento de la ley de aborto. Las reivindicaciones iban alrededor de que los cuerpos son nuestros, nosotras parimos, nosotras decidimos. Nuestros derechos no deben depender de los dogmas de la Iglesia católica”, afirma Amanda Romero, abogada de Elisa Mandillo.
En Sevilla, la causa contra las otras tres feministas sería archivada el 21 septiembre 2016 por la jueza de instrucción: “No consta que la intención de las personas que organizan y participan en la procesión sea la de ofender los sentimientos religiosos de las personas que profesan la religión católica, no hicieron escarnio de sus dogmas, creencias o ritos, tampoco vejaron públicamente a quienes profesan esta religión, ni la procesión tuvo como fin inequívoco el de ofender los sentimientos religiosos”. Pero el caso fue reabierto. Tanto en Málaga como en Sevilla, los procesos siguen. También la lucha. Rocío Ballesta, feminista encausada, lo dijo claro cuando se enteró de la nueva fecha de este incesante calvario judicial, el 3 de octubre de 2019: “Para entonces llevaremos cinco años de pena de banquillo, pero si sumisas y calladas nos quieren, en hordas contra el patriarcado y sus violencias nos tendrán. ¡Si nos tocan a una, nos tocan a todas!”.