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Condenada a 10 años de cárcel una yihadista alemana por dejar morir de sed a una niña yazidí

La Fiscalía había pedido cadena perpetua para la mujer, que había presenciado y consentido el abuso que su marido ejerció contra la menor

Dos años y medio después del inicio del juicio, la yihadista alemana acusada de haber dejado morir de sed a una niña de la minoría yazidí en Irak ha sido condenada a 10 años de cárcel. Jennifer W., ahora de 30 años, ha escuchado el veredicto la mañana de este lunes en la Audiencia Territorial de Múnich vestida de negro y peinada con una larga trenza. En las imágenes que ha permitido tomar el tribunal de su entrada a la sala se tapa la cara con una carpeta.

Jennifer W. perteneció al grupo terrorista Estado Islámico (ISIS, en sus siglas en inglés). En 2015, cuando vivía con su marido en Irak, asistió impasible a la muerte de sed de una niña yazidí de cinco años a la que la pareja tenía esclavizada junto con su madre. El hombre, Taha Al J., que está siendo juzgado por los mismos hechos en un tribunal de Fráncfort, encadenó a la niña en un patio bajo un sol abrasador y a 45 grados por haber mojado el colchón. La condenada pudo haberlo evitado, pero no lo hizo, ha concluido el tribunal.

La Fiscalía pedía cadena perpetua para la mujer por asesinato por omisión, delito al que se sumaban otros como crímenes de guerra, pertenencia a organización terrorista en el extranjero y violación de la ley de armas. Cuando empezó el juicio, en 2019, se consideró uno de los primeros en el mundo que trataba de hacer justicia por los crímenes de guerra contra los yazidíes, una minoría perseguida por el Estado Islámico —se han documentado ejecuciones sistemáticas, violencia sexual contra las mujeres y casos de esclavitud— desde 2014 en Irak y Siria. Ha sido el primero por el que se ha juzgado a una militante del ISIS en Alemania.

Jennifer W. fue arrestada en territorio alemán cuando intentaba volver a Siria en junio de 2018. El FBI estadounidense y los servicios secretos alemanes le tendieron una trampa. Supuestamente unos hombres iban a ayudarla a volver al califato a través de Grecia, pero el conductor del coche al que se subió en Baja Sajonia era en realidad un informante al que ella le relató toda su historia durante el trayecto hasta Baviera, tal y como contó Der Spiegel. La conversación fue grabada por los servicios de inteligencia y se convirtió en la pieza clave del juicio, que comenzó en abril de 2019.

Las autoridades llevaban tiempo detrás de Jennifer W. En enero de 2016, la mujer visitó la Embajada alemana en Ankara (Turquía). Al abandonar la legación diplomática fue detenida por agentes turcos y posteriormente deportada a Alemania, donde quedó en libertad. Desde entonces, asegura la justicia alemana, su principal objetivo había sido regresar al territorio del califato, a Siria o a Irak.

Los fiscales del caso han explicado que en 2015 la mujer entró a formar parte de la estructura paramilitar y de toma de decisiones del ISIS. Según su propia declaración, había viajado a Irak en 2014 para casarse con un combatiente del Estado Islámico por convicción ideológica. Llegó a ser miembro de la policía moral de la organización y patrulló por las noches los parques de dos ciudades iraquíes, Faluya y Mosul, para asegurarse de que las mujeres cumplían las estrictas reglas de vestimenta y de conducta de los islamistas.

Según se ha demostrado en el juicio, la mujer y su marido compraron a la niña yazidí y a su madre, y las convirtieron en esclavas domésticas durante unos meses en su casa al oeste de Bagdad, la capital iraquí. Según el veredicto, Jennifer W. no hizo nada para ayudar a la niña, aunque era “posible y razonable” para ella hacerlo. En lugar de eso, amenazó con dispararle si no dejaba de llorar. La madre de la niña estuvo representada en el juicio, en calidad de acusación particular, por la conocida activista y abogada Amal Clooney. La mujer era golpeada a diario mientras estuvo en la casa de la pareja, según recoge el comunicado del tribunal.

Jennifer W. usó el turno de última palabra en el tribunal y pidió disculpas. También dijo que no podía enfrentarse al hombre con el que se casó y que fue imposible para ella desatar a la niña. Los jueces aseguran en la sentencia que por el hecho de pertenecer al ISIS apoyó “la aniquilación de la religión yazidí y la esclavitud de su pueblo”. La sentencia puede ser recurrida.

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