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Cómo usar un crucifijo

Si la cruz no es un símbolo religioso sino cultural No sé a qué vienen tantas protestas

A primera vista, la sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos que permite a Italia mantener los crucifijos en las aulas parece una gran derrota para el laicismo, pero en realidad no lo es, qué va, es una renuncia de la religión a los propios símbolos.

La sentencia sólo es definitiva para Italia y asegura que la cruz en la escuela no constituye adoctrinamiento para el alumno, es un elemento más del mobiliario en la clase, lo mismo que el mapa de la geografía física de Europa, es como la escuadra y el cartabón grandes para pintar geometría en la pizarra, como las perchas para colgar los abrigos.

Claro que es distinto porque todas esas cosas tienen alguna utilidad en la docencia o la comodidad de los estudiantes, pero el crucifijo no tiene ninguna. Es como un dibujo obsceno grabado con navaja en el pupitre por algún alumno gamberro varias generaciones atrás y que se topan los del nuevo curso.

Los más radicales han querido ver en esta sentencia que el Tribunal reconoce las raíces cristianas de Europa pero lo cierto es que no hay nada de eso.

Sería; primero, un reduccionismo cultural porque para hablar con rigor de las raíces europeas habría que poner aras a Zeus / Júpiter en las escuelas; pero también un imposible jurídico, porque se no se podría mantener la separación Iglesia-Estado ni la aconfesionalidad de la Unión con ese reconocimiento.

Los europeos de hoy son cristianos pero también judíos, musulmanes, o budistas y, cada vez más, agnósticos y ateos. Con el tema del crucifijo ha quedado clara que la estrategia de la Iglesia ha sido ir declarándose aconfesional ella misma; probablemente porque, más que la religión, lo que le interesa es seguir en el candelero.

Vamos que, si la cruz no es un símbolo religioso sino cultural con el que cualquiera puede identificarse no sé a qué vienen tantas protestas cuando algún artista provocador usa una cruz en alguna de sus obras, ¿de qué se ofenden entonces los obispos? Podremos usar un crucifijo en las más diversas actividades de la vida cotidiana sin temor a molestar a nadie ya que nada representa para nadie.

Podremos usar el crucifijo para remover los macarrones en la olla hirviendo y que no se peguen y nos queden al dente; podremos lanzarlo en el parque para que nuestro perro nos lo vuelva a traer en la boca si está bien entrenado; puede guardarse en el maletero del coche y servir para mantener el capó abierto en caso de avería en la carretera.

En España tenemos más o menos arreglado el asunto en el colegio, pero como lo que la naturaleza no da tampoco lo presta Salamanca, ahora discutimos por la presencia de capillas católicas en las universidades. Y el caso es que con gran polémica después de que una performance en la Complutense terminara con algunas protestantes (ni calvinistas ni luteranas) enseñando los pechos.

De momento, los defensores de las capillas universitarias no han tratado de convencernos de que son centros culturales aconfesionales. Reconocen que allí dicen misas aunque no se entiende para qué, habiendo tantas iglesias fuera del campus que no se llenan. Debe de ser una estrategia de márketing como las de las franquicias de comida rápida que se instalan en todos los centros comerciales aunque tengan poca clientela, porque hay que estar. Y entonces, una vez más, hay que ver qué poco respeto tienen por su religión los religiosos.

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