Monseñor Quarracino, en ese entonces (1994) cardenal primado de la Argentina, habla acerca de los homosexuales y la conveniencia de construir un ghetto para ellos, en aras de su libertad y su alegría. Y, de paso, para evitar una “mancha en el rostro de la sociedad”. La Iglesia católica argentina en su máxima expresión, en todo sentido del término. Quizás un buen método para meter a los gays en el ghetto sería llevando a cabo la “guerra santa” de Bergoglio.
La Policía francesa detiene al hombre que amenazó con hacerse estallar en el consulado iraní en París
Medios locales informan de que el individuo ha salido por su propia voluntad y que las granadas encontradas eran…