¿Por qué ha comparado Cañizares la practica del aborto que se va a regularizar en nuestro país con la pederastia practicada desde el seno de la institución eclesial? No nos equivoquemos. No es un error de incontinencia verbal. Tampoco una comparación entre extremos que al ser «ciertos» la hacen «exacta» (Mayor Oreja dixit), aunque pueda ser desafortunada. Ni siquiera la expresión lógica en un obtuso coronado con mitra. Se trata de una pérfida elaboración de una lógica para obtusos, dirigida a unas ovejas fieles a la obediencia ciega, que aceptan no traspasar la mayoría de edad mental, a fin de mantenerles en su condición de tales.
Con la comparación se pretende matar dos pájaros de un tiro: Evitar que el conocimiento de las atroces violaciones de menores cometidas por eclesiásticos contribuya a la sangría de fieles devotos que la iglesia católica viene experimentando y para ello nada mejor que mostrarles que por muy monstruosa que les parezca tales conductas en la casta de los prelados -a quienes deben seguir obedeciendo- nada comparable a los horrores que se perpetran en la sociedad fuera de la Iglesia. Negada la mayor, ¿qué importa la menor? Es el mismo tipo de razonamiento con que los sacerdotes tranquilizaban a los torturadores en la dictadura de Pinochet: si la iglesia ha llegado a justificar la ejecución de seres humanos en determinados casos, ¿por qué no aceptar la destrucción de la «parte» que representa la extracción de las uñas o de los ojos?
Lógica para obtusos. Hace tiempo que la Iglesia católica abandonó la tentativa de usar la razón para enfrentarse a la razón de las ciencias y a la de las filosofías amparadas en ellas. Hoy parece aspirar a subsistir apoyándose en la extendida puerilidad de quienes, para evitar el esfuerzo del aprendizaje, están dispuestos a aceptar hasta lo que les dicen las cartas del tarot. ¿Para que esforzarse en comprender la diferencia entre un cigoto, una blástula, un feto y un niño, con lo fácil que lo pone la iglesia al decir que todo es lo mismo y que acabar con cualquiera de ellos es homicidio? Da grima que filósofos como Jesús Mosterín tengan que dirigirse a adultos recordándoles cosas tan elementales de parvulario como que «Una bellota no es un roble. Una oruga no es una mariposa. Un embrión no es un niño», o tirarle de las orejas a la Iglesia recordándole que si bien nunca sobresalió por su nivel científico, al menos en el pasado sabía distinguir entre el ser en potencia y el ser en acto.
Da vergüenza ajena tener que combatir a estas alturas la lógica para obtusos, impartida por Cañizares y secundada por Mayor Oreja, recomendando el»¡sapere aude!» kantiano: ¡atrévete a pensar! Quizás no sea posible que con ello el ser humano adquiera la mayoría de edad, como pretendía la Ilustración, pero tal vez pensando un poquito al menos se deje de ser oveja.
Jesús Espasandín López. (Miembro de la Asociación Laica de Rivas)