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[Canadá] Los internados del horror

Cómo eran los internados para indígenas por los que el papa Francisco ha iniciado una gira “penitencial” por Canadá. Seis mil niños muertos sin identificar, abusos sexuales y psicológicos, y casi cien años de silencio. Un caso muy parecido al de la Iglesia en Irlanda.

Además de denuncias de abusos físicos, sexuales y psicológicos que se registraron, los pueblos indígenas sostienen que entre 4.000 y 6.100 personas murieron allí.

Al ritmo de cantos tradicionales, una inmensa pancarta roja atravesó la multitud reunida en Maskwacis, en el oeste de Canadá, hasta llegar frente al papa Francisco. El lienzo llevaba escritos los nombres de miles de niños. De niños muertos.

Son apenas una parte de los niños muertos durante sus estadías en internados y que fueron enterrados en sepulturas anónimas y sin informar a los padres.

En la zona que visita el Papa funcionó entre 1895 y 1975 la escuela residencial de Ermineskin, uno de los 139 internados desplegados por todo el país por los Gobiernos canadienses entre 1883 y 1996. Por todos ellos, pasaron unos 150.000 jóvenes nativos, que en muchos casos sufrieron abusos sexuales y físicos como parte de una política de asimilación forzada de las costumbres canadienses. El doloroso capítulo de los “internados” dejó al menos 6.000 muertos.

Si bien hay registros que muestran algunos centros en funcionamiento ya desde 1831, su crecimiento fue exponencial a partir de 1920, cuando la asistencia de los indígenas de 7 a 16 años se hizo obligatoria. Los internados funcionaron hasta 1996, cuando cerró la Gordon’s Residential School de Punnichy, Saskatchewan, la última instalación administrada por el gobierno federal canadiense y que puso fin a más de un siglo de abusos.

El papa Francisco inició el domingo una visita de seis días a Canadá en la que se centrará en pedir perdón en nombre de la Iglesia por los abusos cometidos por miembros de comunidades religiosas en los internados.

El lunes, el Papa participó de una ceremonia con tres tribus aborígenes que esperaban hace décadas la disculpa de la Iglesia. (Foto AP)


El sistema de internados se extendió por Canadá una vez que el país logró la independencia de Gran Bretaña en 1867 y los primeros Gobiernos locales trazaron un plan para buscar una asimilación forzosa de los indígenas.

Con el antecedente de una primera Ley sobre los Indios de 1876, el Estado dispuso a partir de 1883 la internación, sin consentimiento de los padres, de los jóvenes nativos menores de edad en las denominadas escuelas residenciales. Con pocos recursos, las escuelas se convirtieron rápidamente en focos de falta de higiene y condiciones de salud, agravadas por el frío y la alimentación insuficiente. Algunas enfermedades, como la tuberculosis, atacaron especialmente a los niños de los internados, según las cifras oficiales.

Además de las denuncias de abusos físicos, psicológicos y hasta sexuales que se registraron, los pueblos indígenas sostienen que entre 4.000 y 6.100 niños murieron allí. De los 139 centros que funcionaron en el país contabilizados por la Comisión para la Verdad y la Reconciliación creada por el Gobierno, que indagó la historia de los internados de 2008 a 2015, unos 50 estuvieron manejados por la Iglesia católica.

Así, uno de los 94 puntos que la comisión propuso en 2015 como “llamado a la acción” incluía una disculpa del Papa por el accionar de miembros de comunidades religiosas en esos centros. Pero no como la que había expresado desde Roma el entonces pontífice Benedicto XVI en 2009: la disculpa debería hacerse en Canadá y con un nivel similar a otros reconocimientos que hizo la Iglesia en casos de abusos sexuales, en particular en Irlanda.

«Esperé 50 años estas disculpas. Hoy las escuché, pero muchos miembros de mi familia, amigos no pudieron oírlas porque se suicidaron».

Cuenta Evelyn Korkmaz, quien pasó cuatro años en un internado.


“El mayor error que ha cometido este país es la asimilación forzosa de los menores indígenas a través de los internados”, planteó en 2021 el primer ministro Justin Trudeau, como parte de una línea estatal de animar la reconciliación, que incluye además desembolsos por 11.000 millones de dólares canadienses (unos 8.500 millones de la divisa estadounidense) en los próximos seis años para programas de reparación y acercamiento a las comunidades indígenas, según datos del último presupuesto.

“Nuestro Gobierno cree que una disculpa oficial del Papa, en nombre de la Iglesia Católica Romana y en suelo canadiense, es un paso importante para reconocer el pasado y hacia la sanación y reconciliación con los sobrevivientes de las escuelas residenciales, sus familias y comunidades en Canadá”, afirmó Renelle Arsenault, portavoz del Ministerio de Relaciones Indígenas de la Corona.


“Almas perdidas”



“Esperé 50 años estas disculpas”, cuenta Evelyn Korkmaz, quien pasó cuatro años en un internado. “Finalmente las escuché, pero lastimosamente, muchos miembros de mi familia, amigos, no pudieron oírlas porque se suicidaron”, agrega la mujer que desea que en adelante la Iglesia entregue el acceso a los archivos de los internados.

“Esos documentos son nuestra historia” y llevan entre otras cosas los nombres de los niños asesinados, “estas almas perdidas y el lugar de su sepultura”. Entre la multitud, muchos indígenas se vistieron con sus prendas tradicionales o playeras naranjas, símbolos del destino trágico de los niños enviados a los internados.

Pancartas de “cada niño cuenta” y “somos solidarios con nuestros sobrevivientes” fueron desplegadas, mientras que un centro de apoyo psicológico fue propuesta bajo un tipi para los sobrevivientes y sus familiares. Vestida con una playera naranja desde la provincia vecina, Irene Liening Muskowekwan espera que esta jornada pueda “aportar un poco de paz” a los sobrevivientes.

“Cuando estaba en el internado, ni si quiera tenía nombre, si no un número”, recuerda esta mujer que pasó ocho años en una de esas instituciones. “Sigue siendo un recuerdo muy doloroso”, agrega al evocar a su tía que nunca volvió del internado.

Entre los participantes, muchos se sienten desorientados. Dividida entre “la tristeza y la alegría” está Emily Thomas, mestiza originaria de la ciudad de Winnipeg, en el centro del país, que viajó 12 horas para estar en la ceremonia.

Ella, como muchos otros participaron también del final de la ceremonia: llorar amor. Los Metis creen que si alguien llora, llora amor. Entonces atrapan las lágrimas en un trozo de papel y lo ponen en una bolsa de papel que luego se quema con una oración especial, “para devolver las lágrimas de amor al creador”.


Irlanda: el otro horror, narrado en un libro



La escritora irlandesa Claire Keegan publicó en 2021 “Cosas pequeñas como esas”, un conmovedor libro de ficción apoyado en una cruel historia real, que tiene como trasfondo las Lavanderías de la Magdalena, que administraba también la Iglesia Católica, lo que lo convierte en un caso parecido al de Canadá.

Los asilos de las Magdalenas, creados en el siglo XIX, tenían como principal objetivo “la rehabilitación de las mujeres que habían caído en la prostitución”. Apropiados por la Iglesia Católica, iban a parar ahí las jóvenes embarazadas que las familias querían ocultar, las niñas que no tenían adónde ir, y las mujeres con desequilibrios psicológicos. Allí eran tratadas como esclavas y hacían trabajos forzados todo el día. Nadie decía nada de esos asilos.

Los asilos de las magdalenas, en Irlanda.


En 1993, mientras algunos trabajadores realizaban excavaciones en una sección de la antigua lavandería en el norte de Dublín, descubrieron los cuerpos de 155 mujeres en una enorme tumba. Un tercio de estas mujeres habían sido enterradas sin certificado de defunción. Todavía no ha sido posible identificarlas a todas. También se encontraron restos de bebés.

Un informe de este año de la Comisión de Investigación de Hogares para Madres y Niños detalló que 9.000 niños murieron en 18 de esos asilos distribuidos por toda Irlanda. El gobierno de Irlanda pidió perdón a todas esa mujeres y niños, recién en 2013.

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