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‘Burka’ y braga

 

A estas alturas, no sé si soy un librepensador o un blandito que se conforma con cualquier cosa. Tampoco sé si este artículo me traerá insultos diferentes a los que algunos me dejan en el blog, pero si no lo digo reviento: me parece un despropósito que algunos gasten energías en regular el uso del 'burka' y además intenten convencer a memos como yo de que lo hacen para proteger a la mujer. Tengamos la fiesta en paz. Antes de seguir, debo aclarar que la única vez que he visto un 'burka' fue en los carnavales de Cádiz, y no creo que los cachondos que lo llevaban puesto se sintieran prisioneros bajo el disfraz. De todas formas, no tiene nada de extraño que no me haya topado con nadie llevando la prenda porque, según los datos que maneja el propio Gobierno, en toda España solo debe haber un centenar de mujeres que la utilizan de manera habitual. Pero además de que no es fácil toparse con una usuaria (o usuario, porque vaya usted a saber quién va debajo de los faldones) del hábito en cuestión, me importa un higo el estilo que cada cual tenga de vestirse. Es más, entre un 'burka' y un pavo en camiseta sudorosa y sandalias con calcetines grises, me quedo con el primero, siempre y cuando ambos lleven lo suyo porque les da la gana.
El asunto, que nació en Cataluña alentado por el PP y CiU, se extendió luego por otros lugares de España, y a principios de verano llegó a Coín, un pueblo malagueño cuyo alcalde socialista alcanzó el dudoso honor de ser el primero de Andalucía que se mete en el berenjenal de prohibir la citada prenda. Y sin que nadie se lo pida. El regidor, multado en su día con suspensión de carné por conducir bajo los efectos del alcohol, repite incansable que su pueblo ha prohibido el 'burka' para lograr «una concienciación cultural», frase que ni él ni yo sabemos qué significa. Dado que en España hay 100 'burkas' para 47 millones de personas y en Coín son menos de 24.000, me gustaría saber cuántos ha visto este alcalde, salvo que estuviera en Cádiz en aquel carnaval que cito al principio.
Los autores de la penúltima idiotez veraniega justificaron su chorrada asegurando que lo hacían para que las personas que van debajo estén identificables cuando utilicen espacios públicos, entre los cuales está la calle. Y esta es la mayor tontería que he leído y escuchado sobre el tema, porque, si se lleva a rajatabla, ni mi sobrino podrá ir tapado hasta las orejas en invierno para ir a buscar la moto, ni yo podré calzarme guantes, gorro, abrigo y gafas negras en esos días que hace tanta rasca, ni la Guardia Civil podrá usar pasamontañas cuando va a detener a los malos. Me gustaría saber qué hace la Policía en esos municipios que ya han regulado el uso del 'burka' para tener al personal a la vista cuando pasea y se cruza con alguien ataviado con braga y casco, barba, sombrero y gafas oscuras, o si le dice a una monja que el alcalde ha prohibido salir del convento con toca y bufanda. 
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