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Bolivia, laicidad y sincretismo religioso

Bolivia espera ansiosa la llegada del papa Francisco el próximo 8 de julio. Un evento histórico 27 años después de la visita de Juan Pablo II, que llama la atención en un país gobernado desde 2006 por Evo Morales quien eliminó el estatus del catolicismo como “religión de Estado”. ¿Qué radiografía religiosa se puede hacer de Bolivia, un país de sincretismo entre fe católica y creencias andinas?

Si bien los discursos anti Iglesia son fuertes en los círculos del poder boliviano, les medidas concretas que podrían disgustar a la Iglesia son casi inexistentes. Evo Morales, que se asume como católico, aseguró haberse “reconciliado con la Iglesia” con la elección del papa Francisco, que tiene una imagen de progresista.

En la Basílica de San Francisco, una de las iglesias más antiguas de La Paz, las autoridades católicas locales han lanzado una colecta extraordinaria destinada a financiar la visita del papa Francisco en Bolivia. Sin embargo, los católicos no son los únicos en contribuir financieramente a la visita papal. El gobierno boliviano decidió destinar un fondo especial de cerca de 2 millones de euros para este evento que durará dos días y medio, a pesar de que Bolivia es un Estado laico desde el 2009, año en que se adoptó una nueva Constitución.

De profesión abogado, Miguel Ángel Blancourt se define con humor como un “ateo practicante” y participa al debate en las redes sociales en grupos como “Ateos de Bolivia” y “Bolivia es un Estado laico, no gasten nuestros impuestos en el papa”. Una pelea que según él ya estaría perdida debido al contexto nacional: “Todas las disposiciones a nivel de normativa municipal que están destinando fondos para la venida del papa son absolutamente inconstitucionales y deberían ser demandadas como tales ante el Tribunal Constitucional. Yo no creo que en un contexto político como el que actualmente tiene Bolivia una acción de ese tipo pueda tener éxito, pero obviamente habría que hacerlo”.

El gobierno socialista no se limita a apoyar económicamente a la visita papal. Las autoridades decidieron poner la alfombra roja, con declaratoria de días feriados y acogida solemne del representante del Vaticano por el presidente Evo Morales. La Iglesia está muy satisfecha de la actitud del gobierno, como lo explicó José Fuentes, el secretario ejecutivo de la Conferencia Episcopal Boliviana: “La Conferencia Episcopal ha solicitado oficialmente al presidente que haya tolerancia en los trabajos en la ciudad de La Paz para el día 8 y que el día 9 se conceda un feriado nacional, y podemos decir que ha habido una recepción positiva de esta petición por parte de nuestro presidente”.

Un presidente que no oculta su admiración por el papa Francisco y que explica que si bien Bolivia es un país laico, “la mayor parte somos católicos, y no solamente estamos preocupados sino ocupados, movilizados, para hacer una buena recepción al papa Francisco”.

Si los defensores de la laicidad están desilusionados, es porque esperaban un verdadero cambio con la llegada al poder del exsindicalista Evo Morales. El líder indígena y socialista había prometido romper con las costumbres de las viejas élites blancas y mestizas de tradición católica. Un Viceministerio de Descolonización fue creado; a su cabeza, Félix Cárdenas critica regularmente a la Iglesia, a quien acusa entre otras cosas de someter a los indígenas a beneficio de los Occidentales: “Nosotros creemos que la Iglesia se ha quedado en el siglo XV y que no tiene respuestas para las interrogantes del siglo XXI. Pero fundamentalmente la Iglesia católica es machista, está construida sobre el odio a la mujer. Hay que hacer que la Iglesia vaya al proceso de cambio sino no tiene sentido su existencia”.

Evo Morales también tuvo discusiones fuertes con la jerarquía local de la Iglesia católica, acusada de interferir en el debate político. El momento más tenso tuvo lugar en el 2008, cuando el cardenal Julio Terrazas apoyó públicamente una rebelión autonomista de los departamentos más ricos del país, dirigidos entonces por la oposición de derecha.

En la misma época, el partido del presidente Morales, el MAS, sugirió crear un impuesto sobre el diezmo, pero el proyecto fue cancelado. Respecto a los temas de sociedad como el aborto o el matrimonio homosexual, el partido en su mayoría sigue los criterios de la Iglesia. Así, la diputada del MAS Emiliana Aiza calificó el aborto de “pecado y crimen que merece ser castigado”. Ella declaró también que “las mujeres tienen que pensar dos veces antes de traer un hijo al mundo”.

Para el politólogo Pablo Stefanoni, experto de los movimientos de la izquierda latinoamericana, “no se trata únicamente de enemistarse con la Iglesia: una gran parte de los militantes del MAS adhieren al protestantismo pentecostal u otra variante del cristianismo evangélico. Evo Morales por un lado no parece muy abierto, pero no creo tampoco que tenga una posición particularmente conservadora, sino que obedece más a un cálculo político”.

En lo cotidiano, la influencia de la Iglesia católica sigue fuerte en la sociedad boliviana. Día feriado y ley seca son sistemáticamente decretados durante las grandes fiestas religiosas. En Oruro, ciudad dirigida por el partido MAS, las autoridades locales gastaron más de un millón de euros para construir la estatua de la Virgen del Socavón de 45 metros de altura, que se volvió el monumento religioso más alto de toda América Latina. Álvaro Jauregui, abogado y miembro de la Sociedad de Ateos, considera que “ha costado tanta sangre liberarse de la Iglesia para que otra vez, con una mentalidad un poco medieval, lleguemos a construir templos y monumentos. Existen varias otras prioridades, Oruro es una ciudad muy pobre en los lugares periféricos, necesita muchos alcantarillados, iluminación, puestos de salud, mejoras en las escuelas…” Pero según Freddy Botello, de la alcaldía de Oruro, “hay necesidades que estamos encarando, y pienso que con la bendición de la Virgen, con esta fe, vamos a superar todos estos obstáculos”.

El fervor religioso de los bolivianos no se limita al catolicismo, el cual embarca alrededor del 70% de la población. Sin dejar de lado a los evangelistas, cada vez más presentes, hay en el país un sincretismo muy pronunciado, sobre todo en los Andes, entre la fe cristiana y las religiones indígenas. Existen por ejemplo adoradores de cráneos humanos quienes, una vez al año, hacen que los curas católicos celebren una misa en honor a sus divinidades que supuestamente poseen poderes mágicos. El antropólogo Milton Eyzaguirre estima que “hay una doble moral de la Iglesia católica, con el afán de que la gente vaya a la iglesia; son formas de apropiarse, pugnas de poder que establece la religión católica con esta religión ritual andina”.

Con Evo Morales, las creencias andinas entraron al Palacio de Gobierno y desde entonces hay brujos indígenas que acompañan los actos oficiales más importantes. Para cada nuevo mandato, el jefe de Estado recibe la bendición de las autoridades espirituales indígenas durante una ceremonia ritual.

José Gutiérrez, que hasta hace poco copresentaba el programa “Sin dios ni diablo” en Radio Deseo, una radio feminista militante, deplora este proselitismo gubernamental a favor de las religiones ancestrales y espera que las relaciones de fuerza se modificarán a mediano plazo: “Lo que estamos viviendo es un remplazo de la Iglesia católica por el pachamamismo. (…) Todavía es mal visto ser ateo: es sinónimo de ser un renegado, de ser rebelde, delincuente, de no tener moral. Pero las redes sociales han abierto un panorama nuevo para todos nosotros. Los jóvenes, los niños están ya más en contacto con la sabiduría colectiva, con el mundo. Tienen también más acceso a la educación, a la ciencia. El único método efectivo que conocemos para pelear contra las religiones es la ciencia, el conocimiento: creemos que apenas la educación empiece a ser obligatoria aquí en Bolivia vamos a cambiar todo el aspecto religioso. Pero creo finalmente que el acceso a las redes sociales, al internet, es lo que está modificando el pensamiento de la juventud y de la gente en su conjunto”.

De su lado, los católicos bolivianos esperan al contrario que la visita del papa Francisco alimente la llama religiosa en el país.

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