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Bachillerato confesional

La resolución final del Decreto de Bachillerato en lo que la materia de Religión se refiere deja una vez más meridianamente claro que la llamada política progresista del PSOE es light y que cuando se abordan cuestiones de fondo como es la aconfesionalidad-laicidad del Estado el progresismo se diluye volviéndose muy pero que muy descafeinado.

El silencio durante todo este tiempo tanto de la Consejería de Educación y sobre todo del Arzobispado de Oviedo entorno al tratamiento de la Religión en el proyecto de Decreto de Bachillerato, eran argumentos de sospecha sólidos para prever lo que ahora ya es una realidad y que consistía en que lo planteado desde la Consejería de Educación iba a quedar en papel mojado como así ha ocurrido.

Se repite la misma historia que la ofrecida por el Gobierno del PSOE en el decreto de Primaria. En principio se planteaba una propuesta valiente para dejarlo todo nuevamente como estaba una vez que los encuentros entre gobernantes y dirigentes eclesiásticos se produjeron.

El señor consejero manifestó una y otra vez que la propuesta inicial respetaba los derechos de todos los alumnos y garantizaba la enseñanza reglada de la religión en horario escolar y en las condiciones establecidas por la legislación. La resolución final, totalmente contraria a lo proyectado y que impone desde la fe al alumno que no escoge religión, deja de nuevo en evidencia la sumisión del Estado ante el poder religioso.

En general, la asignatura de Religión se mete a calzador en detrimento de otras áreas. En el caso de Religión en el bachillerato es más evidente que esta asignatura provoca una pérdida de tiempo en cursos claves donde se necesita más tiempo en otras asignaturas justo antes de la selectividad.

Una y otra vez no se actúa con la valentía necesaria para otorgarle a la educación pública un modelo aconfesional y laico del que carece por completo. Esta reforma considera, una vez más, que la Religión debe ser una asignatura que se imparta en los centros educativos y dentro del horario lectivo obligatorio.

Un modelo educativo progresista es un modelo laico en el que la educación religiosa tiene cabida desde una perspectiva cultural integrada en materias curriculares, pero no desde una perspectiva confesional, debiendo ser ésta una educación que se imparta fuera de los centros.

La separación entre el Estado y las religiones tiene que ser total como principio de garantía contra todo aquello que separa, excluya y discrimina en la sociedad en general y en la escuela en particular. No es cuestión de anticlericalismo sino de neutralidad y de principios democráticos garantes de la igualdad y la libertad.

Señor Riopedre: Para este viaje , son necesarias estas alforjas? Antes de que su Consejería proponga en materia de religión algo más, por favor hable con el señor Osoro y el señor Areces y asegúrese de que no van a desautorizarle. Causa muy mala impresión.

*Miembro de la Plataforma Laica de Asturias.

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