COMENTARIO: De nuevo la Administración del Estado, en este caso un Estado laico como México, conculca la laicidad al subvencionar los gastos ocasionados por la llegada de unas reliquias de un beato católico. Y además las autoridades lo justifican con que es el trato que se daría a cualquier religión, confundiendo el laicismo con el multiconfesionalismo que cada día va implantándose en el ejemplar Estado laico constitucional de México. A ello se añade la potenciación por el Estado de una superstición como es el culto a las reliquias, algo fuera de todo sentido racional y científico.
Ante la llegada de las reliquias de Juan Pablo II a territorio veracruzano, se mantendrá la laicidad entre el gobierno y la iglesia católica, precisó el Director General de Asuntos Religiosos del Estado, Santiago Miguel Dovarganes Escandón, quien dijo que se prepara un operativo especial a través de la Secretaría de Seguridad Pública.
“Tenemos un operativo especial cuando lleguen a Veracruz, donde la primera parada es el municipio de Tuxpan y entonces vamos a escoltar y apoyar en todo lo que requiera la iglesia”.
El funcionario estatal, dijo que al momento la iglesia católica no ha solicitado recursos para apoyar el periplo “y si lo tenemos veremos si tenemos el recurso para apoyar”.
-¿Se mantendrá el respeto ente Iglesia-Estado?, se le inquirió.
-Desde que entramos se nos pidió pleno respeto a todas las religiones. Yo creo que no se romperá la laicidad y hasta el momento respetamos todas las organizaciones religiosas.Las reliquias que llegaran de Roma el pasado 17 de agosto, consisten en una de las cuatro cápsulas en las que se guardó la sangre que se extrajo a Juan Pablo II cuando estaba enfermo, pero debido a que falleció ya no fue utilizada.
Además de las vestiduras pontificias, como es la sotana, cota, solideo y cíngulo, entre otras cosas, que fueron puestas en una figura de cera hecha por artesanos de Guanajuato, quienes hicieron el rostro con una copia del molde que se diseñó directamente de la cara del beato. La figura ha sido puesta en una urna hecha por especialistas de Guadalajara, Jalisco, según información de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM).
