Se trata de José Miguel Padilla, sacerdote y ex capellán del ejército, denunciado por un exseminarista en 2019. A pesar de ser refugiado por el obispado de San Luis se sentará en el banquillo de los acusados.
Luego de tres años de haber sido denunciado penalmente, el sacerdote José Miguel Padilla será juzgado por abuso sexual agravado por ser miembro de un culto reconocido. El juicio oral, a cargo de la jueza María José Gianinetto, se llevará a cabo entre los días 12 y 16 de diciembre.
Padilla es el creador del instituto de frailes capuchinos “Fraternidad de Belén” y, apadrinado por el exobispo de La Plata Héctor Aguer, obtuvo la administración de tres parroquias en La Pampa en 2001. El cura denunciado, que fue capellán del ejército en la dictadura y apoyó al movimiento carapintada en el gobierno de Alfonsín, estuvo a cargo una parroquia en Intendente Alvear de La Pampa, desde 2004.
En 2019, un joven entrerriano, que formó parte de la congregación que fundó Padilla, denunció a través de sus redes que fue abusado sexualmente por el cura. En el mes de noviembre del mismo año, radicó la denuncia en los tribunales pampeanos. Un año y medio después otra víctima se animó y también denunció abusos por parte de Padilla. Para ese entonces, el criminal de sotana se había trasladado a la provincia de San Luis, cobijado por el obispo Gabriel Barba.
Tanto Barba como Raul Martin, obispo de La Pampa, y Mario Poli, cardenal primado y sucesor de Bergoglio en Buenos Aires, sabían de los hechos ocurridos en la congregación de Padilla ya que el primer denunciante les envió cartas contando lo sucedido. Nunca respondieron, manteniéndose fieles a un engranaje sistemático y perverso de silencio y complicidad para con los criminales sexuales que alberga la Iglesia católica.
En la Argentina, se estima que hay 650 curas abusadores ocultos por la Iglesia. Como planteara Adrián Vitali en una entrevista con este medio “en la Iglesia se abusa de los cuerpos inocentes de los niños y se justifica por todos los medios, no revelar el secreto, para que algún día prescriba en la conciencia de la víctima y así obtener la absolución a través de un supuesto olvido somatizado en el dolor de los cuerpos y en la angustia inexplicable del psiquismo”. Sin embargo, estos crímenes guardados y protegidos por la Iglesia son desenmascarados y denunciados gracias a la valentía y tenacidad de los y las sobrevivientes.
