Y el estilo viejo nos lleva a llevar y llenar el macuto insaciable del cura viejo, que no se cansa de pedir, de almacenar, como si en cualquier momento se fuera a declarar una guerra nuclear, y a ellos, al clero católico romano, le encantan tener los trojes, y sus casicas de la gloria en perfecto estado de revista.
El colosal gasto social y de recursos que resultó el proceso llamado evangelizador español en las nuevas tierras que fueron apareciendo al conocimiento de una ciencia, que estaba más en pelotas de lo que modernamente ha relatado, no tuvo más fin que abrir sucursales bancarias vaticanas en territorios lejanos.
Y si para ser Conquistador de los reinos de este reino terrenal, por lo general su majestad el rey y sus confesores, se limitaban a darte una licencia de tierras incógnitas para que tú las dibujaras en los mapas a tu costa y bolsa, por el contrario, ya desde aquel lejano entonces, el asunto llamado de la evangelización, gozaba de una subvención al estilo moderno actual de partida presupuestaria de saco sin fondo.
Frailes de diversas órdenes, que daban garantía eclesial de la guerra justa, con el denominador común de considerar a los naturales de las regiones desconocidas para nosotros como gentes miserables, al más y mejor estilo actual español, demandaban subvenciones reales, estatales, porque ya por entonces estaba convencidos un Feria, un Salazar, un Beteta, un Cáncer, un Las Casas etc. etc. de que la evangelización no tenía nada que ver con la conquista física y geográfica, y, en época tan temprana, ya dejaron sus alforjas para que se las rellenaran los españoles de aquel entonces, en costumbre que sigue perdurando hasta el día de hoy cuando ya estamos todos más que evangelizados.
Los partidos políticos españoles, esas manadicas de pastores que se comen hasta el pasto del ganado que dicen guardar y apacentar, todos, sin distinción de pigmentación alguna, han favorecido y favorecen, con la misma intensidad que reyes, virreyes y caciques, todos manejadores de dineros públicos, que como al dicho actual extendido que el dinero público no tiene dueño, se lo entregan muy a gusto al clero para que tengan en perfecto estado de revista sus viejos edificios, y se siga con la vieja tradición española de todo para el clero, porque el clero hará pueblo domesticado, que en verdad lo está haciendo y logrando.
La evangelización, en la más pura realidad, fue una intromisión en unas vidas humanas, sin derecho alguno a ello, por muchos Luis de Victorias y Bartolomé de Las Casas que se quieran ejemplarizar. Del mismo modo que no se ajusta a lógica justa alguna que se prorratee entre todos los españoles el costo del clero católico vaticano en España.
Y lo de Feliz año, lo dudo si nada cambia.
Juan Eladio Palmis
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