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Amelia Valcárcel: «No tenemos por qué tolerar al imán lo que no permitimos al cura»

Hablar con Amelia Valcárcel (Madrid, 1950) impresiona. Parece armada de un bisturí verbal que disecciona la realidad de forma precisa. [Aunque se discrepe]. La filósofa contempla la vida con ese rictus eginético, el esbozo de la sonrisa, que salvaguarda por igual a cínicos e idealistas. En su caso, también se trata de sentido del humor y perplejidad ante un mundo incierto y un país, España, empeñado en convertir su ser en motivo de continua reflexión.

Azaña dijo que El Prado era más importante para España que la República y la Monarquía.
El Prado es lo mejor que tenemos. Mientras tengamos eso, seremos algo.
¿Y cuál es el problema de España?
Somos uno de esos países autorreflexivos, al menos desde la generación del 98. O desde Galdós si tomamos como reflexión lo que hizo cuando noveló la Historia de España. O ya desde Blanco White. Aquí hay mucha autorreflexión, pero de calidad muy divergente. Algunos de nuestros grandes disgustos nos han venido de tales reflexiones. Cuando de joven leía a Unamuno o a Ortega, el problema de España siempre estaba presente. Y ya no estoy segura de que los problemas haya que plantearlos así. Autorreflexiones y planteamientos tan tensos de en qué consistiría ser español nos arrojaron a una guerra civil.
¿Estamos en uno de esos momentos?
No comparto que tengamos que tener en nuestra herencia un agudo sentimiento trágico de la existencia. Ni de lo que nos pasa a nosotros, como comunidad, sea más grave y exija virtudes de fortaleza extraordinarias. Hemos hecho alguna que otra cosa magnífica pero en el fondo somos gente corriente.
El exceso de autocrítica es propio de Occidente.
Muy cierto. Aquí a veces lo tenemos y a veces lo olvidamos… Relajados hacemos cosas maravillosas.
¿Por qué sigue siendo importante el feminismo?
Porque no hay sociedad que humille a las mujeres en la que exista convivencia digna. Yo creo que lo que vale una vida humana es lo que vale una vida humana femenina. Es el grado cero. No me lo atribuyo. Fue Montesquieu quien dijo que la media de la libertad de una sociedad es la libertad de la que disfruten las mujeres en esa sociedad. Si te pueden vender, golpear… entonces la vida humana no vale nada.
La Consellería de Educación de la Comunitat Valenciana ha permitido que una alumna acudiera al instituto con velo después de que lo prohibiera la dirección del centro.
Me parece mal. No debe quitarse la razón a un consejo escolar que ha decidido por buenas razones sobre una normativa. Y menos para complacer a una voluntad que no se puede saber si es caprichosa o viene impuesta. ¿Y en orden salvaguardar qué libertad? ¿La libertad religiosa? Entonces si mañana cojo un crucifijo del tamaño de una cabeza humana y lo pongo sobre mi pupitre ¿hay que admitirlo? La docencia tiene que estar yerma de simbología religiosa. Yo no digo que esta persona no pueda ser religiosa pero que lo muestre en su casa, en la mezquita. O por la calle, si así lo quiere, para asegurar que es una mujer decente, una creencia suya que me parece bastante peculiar.
Algunos dicen que así se preserva el derecho de las mujeres musulmanas a estudiar.
Esas son argumentaciones circunstanciales -aquellas que eliden la cuestión principal para que te fijes en una cuestión secundaria-. La educación es importante, sí, pero ellas [las alumnas que deseen llevar hiyab] ya están en el proceso educativo y gran parte de ese proceso educativo consiste en aprender que esas cosas no se llevan a clase. Hay una confusión grave en esta actitud paternalista que cree que hay que admitir los símbolos religiosos -incluso los más opresivos- porque como a ti no te oprimen…te da igual.
Algunos dicen con cierta levedad que si hay alumnas que pueden ir en pantalón corto a clase…
Yo no sé si los alumnos podrán ir en pantalón corto. Dependerá de las normas del centro. El decoro es importante. Todos sabemos y decidimos lo que es decoro en la escena pública. Imagine que en El Prado entrara un señor en bañador… Esto no es una cuestión de vestuario. Aquí no estamos hablando de la calidad o la longitud del trapo. Ni de cuánto tapa. Es si alguien puede llevar al ámbito público la expresión de sus creencias religiosas e imponerle a todo el mundo que lo tenga en cuenta. Eso es de lo que estamos hablando.
Se argumenta que la libertad…
¿De dónde dimana la libertad religiosa? De la libertad de conciencia. Si una forma religiosa no asegura ni respeta la libertad de conciencia tiene interrumpida la vía hacia la libertad religiosa. El problema no es ponerse un velo aquí, es quitárselo allí.
Hay quien sostiene que el feminismo debe centrar sus esfuerzos en esa cuestión.
El feminismo no es relativista y no se compadece con el multiculturalismo. No sólo es el velo. El problema es que en algunos países, demasiados, las mujeres tienen su estatuto personal disminuido. Dicho de una manera muy sintética y quizás algo inadecuada: No tenemos por qué tolerarle a un imán lo que no le permitimos a un cura.
La niña quería reivindicar su identidad.
¿Y cuál es? La identidad es narrativa. La libertad tampoco es la volición. No es el yo quiero. La libertad es el territorio común en que las voluntades deben medirse unas con otras.
¿Cree que hay un riesgo de islamización?
Europa está colocada en un lugar geoestratégico del mundo en el que podemos localizar muchas tensiones a futuro, tanto en el Próximo Oriente como en Oriente Medio. Esto es así. Luego cualquier suceso ahí producirá una onda expansiva que nos va a llegar y eso va a tensar nuestra convivencia. Muchas veces todavía. No basta con mirar a otra parte y no ver los malestares que se producen. Es mucho mejor afrontarlos.
¿Y con qué recursos contamos?
Me competen los recursos intelectuales. A mi modo de ver, la pura y simple bonhomía, el buenismo, es una buena disposición de ánimo pero no llega a ser una disposición intelectual. Me temo que tenemos la obligación de hacer actuar a nuestro sentido histórico. Somos la primera humanidad que lo posee pero todavía no lo tenemos afinado. Deberemos trabajarlo más. Por eso a veces buscamos soluciones fáciles y rápidas como si no supiéramos cuán complejas fueron las coyunturas históricas pasadas y cómo se han resuelto. Poseemos una fuente de experiencia histórica que no utilizamos, en parte porque las humanidades están perdiendo la capacidad de consejo.
¿Comparte el revisionismo de la Transición?
Tengo un amigo que dice: «Menos mal que lo que yo quería que pasase no sucedió nunca». Cuando yo viví durante la Transición, con 20 años, no entendía todas las claves de lo que estaba sucediendo. Por edad, no me daba cuenta hasta qué punto yo no compartía la experiencia vital de sus protagonistas ni el tipo de peligros que ellos veían… Por eso mi mirada sobre la Transición es comprensiva, porque este país tenía muy mala salida. Otra cosa es mitificarla.
Eligió ser feminista en un momento difícil.
Lamenté que no hubiera más protagonismo de las libertades de las mujeres en la Constitución. Por eso me empeñé en esa causa. Pero ahí ganamos.
Que se pusieran de acuerdo Fraga y Carrillo fue más fácil que Sánchez y Rajoy.
Los dos eran perros viejos de una manera distinta. El acuerdo que tiene que existir exige mirar más allá del horizonte a dos meses vista.
¿Cuál sería la solución?
¿Ahora? Creo que hay que dejar gobernar al PP. Ya sé que esto tiene pocas simpatías. Y entre la izquierda a la que pertenezco, poquísimas. Un PP en minoría, avergonzado de su propia situación y teniendo que gobernar bajo el control de unos partidos decididos a sanear la política, no es una mala situación. Si bien es una situación transitoria. Cualquier otra solución -todos contra el PP- nos llevaría a unas terceras elecciones en las que el PP podría salir incluso fortalecido.
Los políticos no parecen estar por la labor.
El tiempo político exige a veces renunciar a lo que te gustaría hacer en pos de los beneficios que sabes que pueden obtenerse y son necesarios. La gente en España tiene muchos problemas de empleo, de vivienda… En fin, jóvenes que se preguntan si van a poder tributar lo suficiente para que luego les quede algo con lo que subsistir. Desesperanza en una generación entera. Quiebra de las clases medias… En una economía globalizada, en España estamos bajando en capacidad adquisitiva y perdiendo confianza en el futuro… Esto exige cordura a nuestros líderes. Más aún, exige acuerdos urgentes. Si fuera necesario incluso exigiría llegar a un gobierno de concentración.
Y que se comprometiera a hacer reformas.
Sí, estamos en una situación mala. Nuestra Economía es frágil. No somos Alemania ni Francia. No nos podemos permitir estar sin gobierno. Tenemos que encontrar de qué vivir. Somos además un lugar viejo, pero una democracia joven. No sé si aguantaría el descrédito de la política que supondrían otras elecciones.
Es evidente el fin del bipartidismo.
En realidad seguimos teniendo dos bloques. Creo que nunca tuvimos un verdadero bipartidismo porque en muy pocas ocasiones los dos partidos han podido gobernar sin apoyarse en terceros, por lo común en los nacionalistas. Un bipartidismo como el norteamericano nunca lo hemos tenido. Y ahora sigue siendo difícil alcanzar un pacto en parte también por las cuestiones nacionalistas.
¿Que pasará en Cataluña?
No tengo ni idea porque no soy profeta. Pero no me dejo engañar por la gran carga emocional que está implícita en ciertas decisiones colectivas. Me toca citar a Pareto: Muchas veces la gente no tomaría individualmente decisiones que colectivamente no le importa tomar. Y esto hay que tenerlo en cuenta.
¿Qué le parece la irrupción de Podemos?
Tiene un aspecto generacional fuerte. Una parte de la sociedad que no se veía representada y me parece que su indignación tiene fundamento…. Aunque luego creo que esté instrumentada con un vocabulario político que a veces no me puedo tomar en serio.
¿Por qué?
Porque me suena. Esas expresiones retorcidas «núcleo irradiador», «potencia política de cambio»…. A mí el vocabulario de Laclau, y otros prontuarios similares, me hacen reír. El politiqués, que es idioma con muchos dialectos, me impresiona poco.
¿Qué piensa de la Ley de violencia de género?
Lo que me parece bien es que una sociedad entera decide que eso no va a tolerarlo. Algunas leyes son pedagógicas. Está bien que existan pero tienen que ser vida vivida de la gente para funcionar. Lo básico es la actitud que sostiene a la ley.
¿No cree que discrimina al varón?
A las mujeres hay que protegerlas de situaciones infames y esa ley lo intenta, aunque sea mejorable. No conozco a ninguna mujer que no pase miedo cuando pasea por una calle oscura… Restringir el respeto y la capacidad de acción de un ser humano es indignante. Las mujeres son seres humanos.
¿A qué peligros nos enfrentamos?
Nuestro mundo está amenazado por causas antropogénicas: el cambio climático, el agotamiento de los recursos… El no saber hacia dónde vamos, no poder calcular los riesgos ni qué consecuencias traerá nuestra capacidad de innovación. Y también tiene su peligro que no seamos capaces de formar y ejecutar una voluntad común conforme para fines generales claros y urgentes. Si en el contexto no existe razón común suficiente, las democracias quedan debilitadas. Por otro lado, desde la Ilustración venimos pensando que la educación permitiría un mundo con mayores seguridades. Ahora se empieza a temer que la buena educación ni siquiera puede garantizar una buena voluntad. Estamos a punto de perder la fe en la racionalidad colectiva. A mí todo esto me induce a la cautela. Y luego hay otro asunto, el exceso de autocrítica. Occidente puede colapsar por exceso de autocrítica. Es como si nos avergonzáramos de ser quienes somos. Es insólito y absurdo. No podemos vivir en un estado cultural tan ensimismado. Ser asertivo no está reñido con la sabiduría, ni la autocrítica con la confianza en los propios valores. Sin embargo algo debe dejarse claro: no se puede construir un mundo que no tenga otro valor que el dinero… y llamarlo libre.
También nos puede caer un aerolito.
¿Y dónde se sitúa el mayor crecimiento demográfico? [India, China, Pakistán…] ¿Sería la humanidad sobreviviente capaz de reproducir los modos de vida actuales?
No creo.
Pues entonces que nadie suelte la simpleza: «Para lo que tales modos tienen de bueno… que venga». ¡Ya apareció el predicador! Tenemos muchas cosas buenas. No morimos de hambre, ni de miseria, ni de miedo al vecino. Hemos logrado hacer sociedades bastante igualitarias y cómodas de habitar y eso hay que defenderlo con la capa, la espada y los dientes. Tenemos fallos. Pero hemos conseguido cosas grandes y buenas que son más importantes que la mayoría de los fallos. Esta vida merece ser vivida y este mundo ser habitado.
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