ESTO es Jauja y no la de Perú. Por la prensa nos enteramos de que el Presidente del Partido Popular en la provincia de Almería y Alcalde de Roquetas de Mar, don Gabriel Amat, ha nombrado Alcaldesa Perpetua de este municipio, con los máximos honores y derechos plenipotenciarios, a la santísima Virgen del Rosario. Aprovechando su aplastante mayoría absoluta, ha toreado a los tres partidos de la oposición que se negaron a ello e intentaron convencerlo de lo ridículo de su alcaldada.
A propósito de toreo, puesto que el primer edil es buen aficionado, de igual modo que dos diestros que actúan simultáneamente en el mismo ruedo, se supone que dos alcaldes que empuñan a la vez el bastón de mando en el mismo ayuntamiento gobernarán 'al alimón' y que compartirán un programa común de gobierno que deberán haber pactado y que, por cierto, mantienen oculto. También desconocemos si el portavoz del grupo virginal será el cura del pueblo, ni si tendrá un escaño reservado en la sala municipal de plenos para los debates o expondrá sus ideas políticas a los feligreses solamente desde el púlpito parroquial, como suele hacer la mayoría de los párrocos.
El 'virgófilo' alcalde (no se me enoje, don Gabriel; 'virgo', en latín, es virgen y 'filo', en griego es amante), además de arrimar el ascua política a su corte de acólitos, menosprecia a sus muchos y diferentes vecinos que provienen de países alejados y que practican otras religiones y a las personas no creyentes que no tienen por qué sentirse "gobernadas" por una alcaldesa extraterrestre, no elegida en las urnas. Lo peor de todo, y esto va en serio, es que con esta imposición el alcalde terrestre quebrante las más elementales normas del estado no confesional que proclama la Constitución vigente.
Pero el fervor mariano (tal vez lo de 'mariano' le venga a nuestro protagonista más por devoción a su líder, que a María), no se limita a este nombramiento de alcaldesa perpetua a la Virgen. Nuestro pluriempleado político (no olvidemos que a los dos cargos anteriores suma el más sustancioso, el de Presidente de la Diputación Provincial de Almería), ha acumulado un mérito más en su currículum político-virginal. Le ha concedido la Medalla de Oro de la Provincia a la Virgen del Mar. Parece ser que, pese a lo que está cayendo con la fatídica crisis, esta corporación provincial no ha conseguido encontrar a una persona o a un colectivo más pobre, que tenga mayor necesidad de ese oro o de su importe que esta Señora celestial. También, por lo que se ve, parece que abunda el dinero en las arcas de la Diputación. Así que en los próximos presupuestos, no habrá recorte alguno en los gastos de inversiones, ni de subvenciones, ni de funcionamiento ni de personal. No sabemos si en el acuerdo de la concesión se ha incluido alguna cláusula que permita recuperar la medalla y empeñarla, si después surgiera algún problema de extrema necesidad presupuestaria.
Tampoco sabemos si esta diferencia de distinciones podrá crear ciertos recelos entre ambas vírgenes receptoras, aunque es de suponer que contando con tantos asesores municipales y provinciales en ambos organismos, lo habrán negociado previamente y habrán actuado de acuerdo con sus acertadísimos criterios.
Es curiosa la absurda manía que conduce a los mandatarios del PP a convertir a la Virgen en reclamo publicitario de sus eventos políticos. Ya el año pasado, la Ministra de Desempleo, Fátima Báñez, agradeció públicamente la 'salida' de la crisis (encima, mintiendo) a la Virgen del Rocío en estos términos: "Nos ha hecho un regalo en nuestra salida de la crisis y en la búsqueda del bienestar todos los días de los ciudadanos. ¡Viva la Virgen del Rocío!"
Lástima que unas actuaciones tan chuscas no puedan ser comentadas por la pluma, ya tristemente desaparecida, de aquel genio de la sátira que fue Luis Carandell; hubieran ocupado un lugar preferente en ese magnífico museo literario del cazurrismo hispano que fue su "Celtiberia show".
En uno de mis viajes a Sevilla tuve la oportunidad de asistir a la presentación de su segunda versión "Celtiberia Bis" y, al finalizar, la gran suerte de compartir con el periodista, junto a amigos comunes, un café distendido. La simpatía, el sentido del humor y la sencillez de este gran maestro de la comunicación, me obliga a dedicarle este modesto artículo: ¡Va por ti, Luis!