En Mugiro del valle de Larraun vive en la antigua casa del cura o apezetxea, una mujer de 70 años, con su hija y su nieta. Desde el año 1984, hace 25 años, ha estado pagando religiosamente su alquiler y cumpliendo todo el resto de compromisos. En esa casa la mujer ha visto morir a su madre, su esposo y un hijo, por lo que tiene una enorme carga emocional para ella.
En los últimos tiempos, la Iglesia -“oficial” dice Beguiristain- le ha emplazado a marcharse sin darle ningún tipo de posibilidad de comprarla o volverla a alquilar. La familia fue a los tribunales y perdió, por lo que no tienen otra opción que abandonar la casa. Una familia humilde, a la que no se les ha dado ninguna explicación de porqué se les echa y para qué necesita la Iglesia esa vivienda.
Begiristain se pregunta en su artículo cómo puede haber tanta diferencia entre lo que hace la Iglesia “oficial” y el Opus Dei en Navarra, con lo que decía Jesús de Nazaret: “deja todo y sígueme”, “no robarás”, etc.