Las instituciones de enseñanza no regladas se habían convertido en una alternativa parcial para las afganas, expulsadas de institutos e universidades por los fundamentalistas
Afganistán es el único país del mundo donde se priva a la mitad de la población, las mujeres y las niñas, de un derecho humano básico: el de la educación. Cuando acaban sexto de primaria, con 12 años, las afganas tienen que abandonar los bancos de las escuelas regladas por orden de los talibanes, la milicia fundamentalista en el poder desde el 15 de agosto de 2021. Muchas niñas y jóvenes afganas no se han resignado a la prohibición de proseguir sus estudios y han buscado alternativas a esa educación formal que se les niega. Una de ellas es asistir a clases de inglés, de otras materias, o de formación profesional, en centros educativos apoyados por ONG o Naciones Unidas. Esa vía alternativa ya no existe en dos provincias del sur de Afganistán. Los talibanes ordenaron este lunes la clausura “hasta nuevo aviso” de esas instituciones en Helmand y Kandahar.