La suspensión por primera vez este año del Caldo de Ramos, un tradicional ágape entre el Cabildo de la Catedral y la Corporación municipal, que se remonta a la alcaldía de Valentín Masip hace más de cincuenta años, sigue dando que hablar.
Después de que el arzobispo, Jesús Sanz Montes afirmase ayer que «es mejor un caldo amable y calentito que una infusión de cardo», Izquierda Unida celebra la anulación, mientras sus socios de gobierno guardan silencio.
«Acogemos con alegría la noticia», declaró la portavoz del grupo municipal de IU, Cristina Pontón. La edil recordó que «se aprobó una moción hace unos meses en la que, entre otras cosas, figuraba la separación entre la Iglesia y el Estado». «Además», abundó, «el jefe del arzobispo, el papa, hace ya años también se pronunció claramente al respecto sobre lo necesaria que era la separación para la buena convivencia entre creencias».
Para Pontón, no son precisos ni el Caldo, ni la comida de las fresas (otro encuentro gastronómico entre los munícipes y los canónigos, con ocasión del Corpus Christi) «ni las declaraciones políticas que el arzobispo se empeña en incrustar en sus homilías».
La portavoz de IU insistió en una idea de la coalición sobre Sanz Montes: «Debería definirse ya de una vez, si quiere continuar con la vocación religiosa o presentarse como cabeza de lista para alcalde», aunque no precisó bajo qué siglas debería concurrir el arzobispo a los comicios.
«Nada que decir», señalaron fuentes de la Alcaldía, que rehusaron valorar las palabras de Sanz Montes, al igual que hizo Somos. Ninguno de los miembros del tripartito han acudido nunca de manera oficial a un acto religioso, aunque el alcalde, Wenceslao López, y la concejala socialista Ana Rivas sí aceptaron la invitación a tomar el Caldo de Ramos el año pasado.
La suspensión del Caldo es el punto culminante de una serie de desencuentros entre el Cabildo y el equipo de gobierno que comenzaron el mes pasado. Entonces los eclesiásticos hicieron público que habían elaborado un informe de medición de ruidos con motivo de los grandes eventos junto a la Catedral, con el fin de respaldar su postura de que deberían moverse de allí. El concejal de Cultura, Roberto Sánchez, reaccionó airado asegurando que Oviedo «no renunciará» a realizar conciertos en la plaza de Alfonso II.
Tras esta polémica, el pasado miércoles se conoció que la dirección de la Catedral había decidido suspender este año el tradicional Caldo. El motivo, alegó el deán del templo, Benito Gallego, era la ausencia de «sintonía» con la Corporación municipal. El alcalde, sorprendido, declaró que esperaba una «comunicación oficial» de la suspensión del evento. Sin embargo, Gallego no consideró necesario esa clase de notificación «de algo que no se va a celebrar».
El arzobispo fue incisivo ayer en su homilía sobre este asunto: «Iniciamos la Semana Santa entre caldos que se nos enfrían, que habrá que volver a calentar, y cardos que no nos hacen falta aunque los sirvan en infusión». Se rompe así otro lazo más entre el primer templo de la diócesis y el Ayuntamiento de la capital; el primer hito ya se produjo con el cambio de equipo de gobierno. En aquel momento, el Cabildo decidió renunciar a la subvención municipal de 20.700 euros.