La Iglesia católica, en palabras de su máximo exponente, está en contra de la relatividad moral, pero, a la hora de modernizar su imagen mediática se olvida de sus propias teorías. Nada nuevo.
Ahora, después de siglos de mirar hacia otro lado, se dedica a publicitar el resultado de sus investigaciones sobre los casos de pederastia y hace lo de costumbre, relativizar el asunto. Concluye que, teniendo en cuenta que hay 400.000 sacerdotes religiosos y diocesanos en el mundo, 293 denuncias al año, total, no son suficientes para que se replanteen el tema del celibato, causa fundamental de su constante fobia contra el pobre Eros.
El Santo Oficio, experto en investigaciones de todo tipo, podría estudiar el número de denuncias que se presentan anualmente contra los profesores de la enseñanza pública, comparar el porcentaje de denuncias que se realizan por el mismo motivo y sacar sus propias conclusiones. En lugar de eso, el Vaticano relativiza y nos dice que, total, el 60% de sus sacerdotes sólo padecen de efebofilia, el 30% tiene relaciones heterosexuales con sus discípulos y sólo el 10% ejercen la verdadera pederastia, que consiste (nos aleccionan en latín) en acosar en sus aulas a los bebés prácticamente acabados de destetar. Nada para rasgarse las vestiduras sacras.