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A la caza del homosexual en África

Quinto reportaje en el que he tenido la suerte de sumar fuerzas junto a Jon Sistiaga para Canal Plus. Y un tema tan indignante como difícil de explicar que hemos tratado en numerosas ocasiones a lo largo de los años en este blog: la persecución de homosexuales en África.

Continente que, paradójicamente, vive un momento de prosperidad sin precedentes desde la descolonización. Siete de los diez países que más crecen se encuentran en África, lo que está gestando una clase media urbana conectada con el mundo, emprendedora y sabedora de sus derechos que será la que seguramente reescribirá la historia de esta parte del planeta en las próximas décadas.

La persecución de los homosexuales cae así como una losa no ya sobre los propios afectados sino sobre estas sociedades en su conjunto, que no deberían malgastar un instante siquiera en dejar de mirar al futuro para perderse en estas disquisiciones absurdas, retrógradas y excluyentes sobre la sexualidad particular.

Pero la homofobia no surge de manera espontánea. En un discurso que dio el 12 de marzo de 2010 en Soweto, Sudáfrica, el siempre lúcido arzobispo Desmond Tutu, premio Nobel de la Paz, destripó la esencia última de este problema:

Los gays, lesbianas y transexuales son parte de tantas familias. Son parte de la familia humana. Son parte de la familia de Dios. Y, por supuesto, son parte de la familia africana.

Pero tenemos esta ola de odio que se está diseminando por mi amado continente. Hay gente a la que se le está negando sus principios y libertades fundamentales. Estos son terribles retrocesos para los derechos humanos en África.

Tenemos que parar esta ola de odio. Los políticos que se benefician al explotar y alentar esta ola de odio, no deben caer en la tentación de sacar rédito del miedo y la falta de entendimiento.

Mis compañeros religiosos, de toda confesión, deben defender la dignidad universal y la fraternidad. La exclusión nunca es un avance en el camino hacia la libertad y la justicia.

 

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