Hemos conocido con estupefacción la noticia de que la Iglesia católica española pretende beatificar el próximo 13 de octubre de 2013 en Tarragona a 522 “mártires de la fe”.
Resulta cuando menos sorprendente, viniendo de una institución que ha manifestado con vehemencia su oposición a la recuperación de la memoria democrática en nuestro país, argumentando que atenta contra la reconciliación y el perdón.
Desde la Federación Estatal de Foros por la Memoria exigimos a la Iglesia católica que pida públicamente perdón a las víctimas del franquismo y al conjunto de la sociedad.
Entendemos que términos como “mártires de la fe” y “persecución religiosa” constituyen una absoluta falsificación histórica, hoy sólo defendida por propagandistas que llevan tiempo intentado remozar los desprestigiados e insostenibles mitos franquistas.
La Iglesia ha negado siempre las causas últimas de carácter político y social, en la tradición de violencia anticlerical que se había manifestado reiteradamente en diversos países a lo largo de los siglos XIX y XX, y que culminó en la violencia popular antirreligiosa de julio de 1936.
Durante siglos, detrás de la explotación, la miseria y la ignorancia, se encontraban la jerarquía y una inmensa mayoría de miembros de la Iglesia española, legitimando cada injusticia y obteniendo beneficios por ello. Serviles ante el poder político y económico, y completamente ajenos al mensaje evangélico, como sepulcros blanqueados y mercaderes del templo.
Cuando los resortes coercitivos y de orden público del estado republicano fueron derribados por el golpe cívico-militar de Julio de 1936, sectores de la población identificaron y señalaron a la institución eclesiástica como parte sustancial del enemigo, y como responsable de su miseria junto a quienes entonces pretendieron destruir las esperanzas abiertas con la República en 1931, y tras la victoria electoral de los reformistas en Febrero. Los asesinatos de sacerdotes y religiosos/as fueron inmediata y contundentemente condenados por las autoridades legales, que acabaron de manera drástica con la violencia, conforme pudieron reconstruir las estructuras del Estado republicano a finales de 1936.
La jerarquía católica legitimó la rebelión militar contra las instituciones democráticas legales, convirtiendo la guerra de 1936-39 en “Cruzada de Liberación Nacional”, y prestando con ello un inmenso servicio a la causa de los militares golpistas, en paralelo al apoyo material prestado a Franco por la Italia fascista y la Alemania nazi.
Pero sobre todo, miembros de la Iglesia católica participaron de manera entusiasta desde el primer momento en la salvaje represión franquista, incluso antes de tener conocimiento de la violencia anticlerical incontrolada desatada en la retaguardia republicana. Esta participación de clérigos y religiosos en la represión franquista desarrollada a lo largo de toda la guerra y hasta bien avanzada la posguerra, se dio en múltiples formas:
– “Asistencia espiritual” durante las ejecuciones extrajudiciales
– Participación de órdenes religiosas en la represión de los/as presos/as políticos/as en el interior de cárceles, campos de concentración, destacamentos de trabajos esclavo, etc.
-Participación de los párrocos como denunciantes y delatores de los/as ciudadanos/as, tanto en los ilegales consejos de guerra, como en expedientes de depuración de funcionarios y empleados, concesión de salvoconductos, etc., extendiendo una atmósfera de terror absoluto al conjunto de la sociedad.
– La Iglesia católica proporcionó el núcleo de la ideología legitimadora del golpe militar y de la dictadura que, durante cuarenta años, secuestró a punta de pistola y crucifijo la soberanía popular. Elaboró la base del sistema ideológico totalitario del régimen -el nacional-catolicismo- que abarcaba desde el plano de encuadramiento político, hasta los aspectos más personales de la vida diaria, reprimida por la moral católica.
-Ejerció una absoluta represión social, moral e intelectual desde el púlpito, pero sobre todo por medio del monopolio absoluto de un sistema de enseñanza represivo, alienante, clasista y sexista.
– Religiosos y religiosas tuvieron un papel central en la siniestra trama de robo de niños, que tuvo su origen en el secuestro de los hijos e hijas de las presas políticas, y cuya verdadera magnitud sólo ahora está empezando a intuirse.
La represión franquista no se ejerció exclusivamente contra los demócratas, sino que afectó también a fieles de otros credos, e incluso, en la fase final de la dictadura, a sacerdotes influidos por las corrientes progresistas de la Iglesia de la época.
La jerarquía católica aún no ha pedido perdón por estos actos, salvo algún intento finalmente frustrado, hace varias décadas.
Pero además, la Iglesia no lo hizo gratis, sino a cambio de inmensos privilegios tanto económicos como de poder y de capacidad de influencia social, que el actual régimen democrático no sólo no ha cuestionado en los 38 años transcurridos desde la muerte física del dictador, sino que los últimos gobiernos han acrecentado. La Iglesia católica española apenas se ha visto afectada por las consecuencias de la crisis o los recortes gubernamentales, manteniendo intocables sus ingresos de origen público y una situación de privilegios fiscales sin paragón en toda Europa, acrecentando hoy en día su influencia social y política.
En consecuencia, exigimos a la Iglesia católica española y en su representación a la Conferencia Episcopal que pida públicamente perdón al conjunto de la sociedad española, tanto por su participación en los crímenes franquistas como por su colaboración con la dictadura en el período 1936-1977.
Campaña recogida de firmas en la web de la Federación Estatal de Foros por la Memoria
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