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130 años de la Ley de Educación Común

Estaba inspirada en las ideas que Sarmiento y otros dirigentes habían cultivado a lo largo de años y promovía tres pilares esenciales: que la educación sea obligatoria, gratuita y laica.

El gran proyecto institucional integrador en la sociedad argentina, que logró fomentar la ciudadanía y la movilidad social, fue el que se vertebra alrededor de la sanción de la Ley 1.420, de la cual estamos cumpliendo este 8 de julio 130 años.

Su nombre fue Ley de Educación Común y se sancionó en 1884, durante el mandato de Julio A. Roca. Esta notable transformación normativa y social estaba inspirada en las ideas que Sarmiento y otros dirigentes habían cultivado a lo largo de años y promovía tres pilares esenciales: que la educación sea obligatoria, gratuita y laica. En palabras de Sarmiento, se buscaba que “el templo de la inteligencia humana sea conducido desde el Estado”.

Sus detractores recordaron que como director de escuelas en 1856 había ordenado se haga rezar a los alumnos, y él contestó que fue en cumplimiento de la Constitución provincial, cuando aún no regía la Constitución de 1853 por estar Buenos Aires separada de la Confederación. El sanjuanino fue claro: no estaba en contra de la enseñanza de religión en la escuela, siempre y cuando fuera luego de las horas de clase, para no atentar contra la libertad de conciencia de quienes profesaban otras religiones.

El debate en torno al laicismo se había acelerado durante el Congreso Pedagógico de 1882, en el que algunos maestros e intelectuales lanzaron la premisa de que “la educación común es esencialmente católica”. Era la posición, por ejemplo de los redactores de La Unión, fundado por pensadores y periodistas católicos.

Sarmiento les respondió desde la prensa argumentando que la Constitución no dice que la educación sea católica y que se debían respetar las creencias de los padres de los alumnos. Finalmente, con la sanción de la Ley 1.420 en 1884, que refleja sus ideas, triunfó la educación laica y el ya anciano educador se anotó una nueva victoria.

Pero no fue sencillo el camino. En 1876, cuando Sarmiento era Director General de Escuelas de Buenos Aires (¡si, bajó de la presidencia y fue director de escuelas provincial!), Sarmiento emprendió su cruzada con una publicación llamada justamente Educación Común. Finalmente, en 1880 desde el Consejo Nacional de Educación, fundó El Monitor de la Escuela Común.

Roca primero no militaba en esta idea educativa, pero se dio cuenta de la conveniencia de tomar este camino y tomó la iniciativa de su entonces rival político Sarmiento. La sanción se produjo en medio de acaloradas discusiones comunitarias e ideológicas.

En 1905 el Congreso Nacional dictó la Ley 4.878 –más conocida como la Ley Láinez, por ser ese periodista y senador por la provincia de Buenos Aires su impulsor–, que autorizaba a la Nación a instalar escuelas primarias en los territorios de las provincias que así lo solicitaran.

El proyecto de una escuela desde el Estado y para todos podía así propagarse a todo el país venciendo la tensión con proyectos regionales, aspiraciones sectoriales y homogeneizando los sistemas educativos provinciales. Es el cierre del proceso de conformación del sistema de instrucción pública centralizado y estatal.

La vigencia de esta ley, continuadora del ideario sarmientino, potenció la difusión de la escuela pública en los lugares que no contaban hasta entonces con su acción transformadora.

*Periodista e historiador.

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