Mientras la canciller Angela Merkel mandaba desde Berlín un mensaje de apoyo al Papa, al reconocer que la jerarquía católica se ha tomado la cuestión de los abusos sexuales con "mucha seriedad", la Curia asiste entre angustiada y confusa al aumento de denuncias en toda Europa. Tras Holanda, Austria y Alemania, ha llegado el turno de Suiza, donde 60 víctimas de abusos han presentado quejas, según informó a la prensa local un abad benedictino que forma parte de la comisión instituida por la Iglesia suiza.
Como se preveía, el escándalo va llegando de forma inexorable al corazón del catolicismo, Italia. Aquí, la consigna de transparencia impartida por el Papa suena más imperiosa si cabe, y los obispos se preparan para afrontar denuncias por todo el país.
El fiscal de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Charles J. Scicluna, ha dicho al diario católico Avvenire que "hasta ahora no parece que el fenómeno tenga dimensiones dramáticas", pero ha añadido que le preocupa la "cultura del silencio, muy difundida en la península". Según Scicluna, los prelados italianos, capitaneados por el cardenal Angelo Bagnasco, se han comprometido a tratar los casos "cada vez mejor".
El más diligente ha sido el obispo de Bolzano (norte del país), Karl Golse, que ha invitado a las víctimas a contar sus casos en la web del obispado y ha nombrado un delegado especial. Las primeras denuncias han llegado ya: un vecino del Alto Adige ha relatado al diario Tageszeitung que fue violado por cinco frailes en los años sesenta durante unas vacaciones en un convento de Bolzano. Y un ex alumno de un colegio de Novacella ha reportado latigazos, informaba ayer La Repubblica.
En Florencia, ha vuelto al primer plano Lelio Cantini, párroco condenado por la justicia ordinaria por abusar de varios menores entre 1973 y 1987 y al que el Papa expulsó de la Iglesia en 2008. Ahora, las víctimas reclaman a la diócesis una indemnización por el humillante trato recibido.
El miércoles saldrá a la venta el libro El pecado escondido, firmado por un sacerdote anónimo, que recopila los casos llegados a las fiscalías italianas. Uno de ellos, relativo a una niña de ocho años de Bolzano que fue violada y filmada por su profesor, misal en mano, es especialmente sangrante: el caso se cerró el año pasado con la prescripción del delito gracias a una ley ad personam aprobada por el primer ministro, Silvio Berlusconi.
Por su parte, la Santa Sede ha prometido que abolirá de su ordenamiento la prescripción del delito de pederastia, 10 años que empiezan a correr desde que la víctima cumple 18. Mirando a Italia y a España, donde la espita del pasado todavía no se ha abierto, el futuro se anuncia complicado.