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De la esclavitud ideológica a la esclavitud identitaria y religiosa

La visita de Ratzinger a España en su doble calidad de jefe del Estado Vaticano y máximo representante de la Iglesia Católica invita a una reflexión sobre la forma de afrontar el hecho religioso en la sociedad española.

La exquisitez del Gobierno, dando todo tipo de facilidades, la moderada expectación en Santiago de Compostela, y sobre todo, la normalidad y ausencia de apasionamientos radicales de “la calle”, ponen de manifiesto
el profundo cambio social que continúa dándose en la España moderna y europea.

El Papa está visitando un país distinto del que cree cuando habla de anticlericalismo radical y de reevangelizaciones. Con sinceridad creo que los españoles estamos a otra cosa; hemos madurado una convivencia democrática que no sale beneficiada de las injerencias políticas desde ámbitos tan personales e íntimos como son el sentimiento religioso. Me enorgullece como demócrata la asistencia de destacados líderes socialistas a las celebraciones organizadas por la Iglesia; porque pone de manifiesto el alto grado de libertad de pensamiento que, desde hace muchos años, disfrutamos.

Ratzinger conoce el papel de la Iglesia en la represión franquista y también sabe de las prebendas e inyecciones de dinero público que reciben en España; de un Estado que, no olvidemos, hemos decidido que sea
aconfesional. Y es por ello, que al manifestarse en esos términos, no pone en valor el esfuerzo de los españoles por superar anacronismos de forma tan ponderada.

Creo que la curia romana está más cómoda en el pasado, y ahí sigue.  Está perdiendo el paso de la historia frente a esa Iglesia menos divina pero que atalanta al desvalido y en incertidumbre ofrece su luz, y de paso también pan. Los españoles con convicciones religiosas o no, practicantes o no, esperábamos a esa otra Iglesia que no entiende de ecónomos y menos de cálculos políticos.

En esta reflexión no puedo ignorar las declaraciones de algún dirigente del PP con la premisa de: “en principio estoy de acuerdo con todo lo que diga el Papa…” Ya se sabe, unidad de acción y prietas las filas porque es de los nuestros. Así no avanzaremos frene a los intereses particulares y los poderes endogámicos que desean perpetuarse.

Vivimos tiempos de incertidumbre, de profundo cambio social y hay una importante crisis de valores. Por eso, aquellos líderes capaces de aglutinar voluntades y establecer rumbos a seguir tienen la gran responsabilidad de mostrarnos salidas esperanzadas y no desempolvar mensajes regresivos que alimentan el miedo.

El franco-libanés Amin Maalouf, galardonado en los recientes premios Príncipes de Asturias decía “Hemos pasado de la esclavitud ideológica a la esclavitud identitaria y religiosa”. Duras palabras que alguno que habla urbi et orbi, parece confirmar.

Paz Martín, es portavoz socialista en el ayuntamiento de Móstoles

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