La Iglesia va camino de convertirse en una secta, cuantitativa y mentalmente»
La Iglesia se queda sin juventud. Sólo uno de cada tres jóvenes se declara católico, sólo uno de cada 10 asiste a misa los domingos, sólo un 20% lee libros de contenido espiritual y cuatro de cada cinco no cree que la Iglesia aporte «valores válidos para orientarse en la vida». Son algunos de los datos más significativos del informe Jóvenes 2000 y religión, publicado por la Fundación Santa María, que cuenta José Manuel Vidal en El Mundo.
«Casi la mitad de los jóvenes españoles se declaran no religiosos, indiferentes o ateos», reconocía en la presentación del informe el sociólogo Juan González Anleo. Otro de los autores, el sociólogo de la Universidad de Granada Francisco Carmona, añadía: «Sólo el 12% de la población juvenil asiste a misa dominical y, además, en su mayoría son chicas, de familias adineradas y votantes de derechas».
Y lo peor es que ni los propios jóvenes católicos practicantes siguen la doctrina eclesiástica. «Sobre todo en materia de moral sexual», confiesa otro de los autores del informe, el sociólogo Javier Elzo.
Una de las causas de esta estampida institucional eclesial de los jóvenes es la «débil transmisión de la fe que se hace en las familias españolas», como explicó el cuarto autor del informe, el también sociólogo marianista Pedro González Blasco. A su juicio, en las familias españolas no se habla apenas de religión, aunque se sigan manteniendo en muchos hogares algunos símbolos religiosos y se celebren los sacramentos como «ritos de paso».
Esta débil socialización religiosa está provocando un gran número de jóvenes indiferentes ante lo religioso. Eso sí, también son -como reconocía González Blasco- «menos agresivos con la Iglesia y ya no se enfrentan agriamente por factores religiosos».
En contra de lo que suelen sostener los obispos, González Blasco también aseguró que en estos momentos «el ambiente predominante no es antirreligioso ni anticlerical». El peligro está en la indiferencia religiosa y en la escasa sintonía de la institución eclesial con la juventud actual. Su mensaje no llega o llega con cuentagotas y, además, huele a antiguo.
La conclusión de esta situación que extrae el profesor Carmona es que la Iglesia católica española «va camino de convertirse en una secta, cuantitativa y mentalmente». «La población católica española es una población envejecida, intelectualmente pobre, portadora de una cultura rural y tradicional. Es lógico que los jóvenes no puedan sintonizar con ella», explica Carmona. Si a ello se añade que el clero es también mayor y con poca capacidad de diálogo con la modernidad, se entiende el que los jóvenes escapen de la Iglesia.
«Hay un divorcio evidente entre el talante de los curas y los jóvenes. La capacidad de la Iglesia de dar sentido es muy escasa y su capacidad de socialización, muy reducida», añade Javier Elzo.
Eso no quiere decir que la Iglesia vaya a desaparecer, al menos a corto plazo. «La Iglesia española ha estado en muchas ocasiones peor que ahora», sentencia esperanzado González Anleo. Eso sí, parece que está llamada a dejar de ser una Iglesia de masas para convertirse en una Iglesia de minorías, con mucho menos poder y privilegios.
Cura, sólo mejor que militar
En el ‘ranking’ de profesiones, el sacerdocio aparece como la penúltima que desean los jóvenes. Sólo supera a los militares.De ahí la escasez de vocaciones sacerdotales y religiosas. Y eso que unos 20.000 jóvenes pensaron seriamente, en algún momento de sus vidas, en hacerse curas o monjas. Pero sólo dio el paso un porcentaje mínimo.
Según Javier Elzo, las causas que les retraen de dar el paso para hacerse curas son que se trata de un compromiso para toda la vida y que es una profesión con poca utilidad social y sin modelos de referencia jóvenes, a causa de le elevada edad media del clero. Además, los muchachos tienen que asumir el celibato, que es algo que retrae a la mayoría de los jóvenes, mientras las chicas consideran que «la mujer es vista como una persona de segunda categoría en la Iglesia».