TV2 había pedido a varios artistas daneses, incluido Westergaard, donar obras para subastarlas por Internet en colaboración con Lauritz.com, que ha admitido que la negativa obedece a un deseo de proteger la seguridad de sus empleados tras el intento de atentado sufrido recientemente por el caricaturista.
'Debemos reconocer que la amenaza terrorista todavía es tal que no podemos predecir las consecuencias de una venta', señaló la directora ejecutiva de la casa de subastas, Mette Rode Sandstrøm, en un comunicado.
Un individuo de origen somalí, supuestamente vinculado a la red terrorista Al Qaeda y armado con un hacha y un cuchillo, intentó asesinar al dibujante danés el pasado día 1 en su casa a las afueras de Aarhus (oeste de Dinamarca).
'Me están estigmatizando y eso es muy triste', afirmó el dibujante al respecto de la decisión de Lauritz.com, una de las casas de subastas más prestigiosas de Dinamarca.
Westergaard resaltó que la acuarela donada para la puja es de motivo abstracto y que no tiene nada que ver con la polémica sobre su conocida viñeta de Mahoma.
La ministra de Cultura danesa, la conservadora Carina Christensen, calificó hoy de 'equivocada' la decisión de la empresa, en la línea de la gran mayoría de fuerzas políticas danesas.
Dos formaciones muy alejadas ideológicamente como el Partido Socialista Popular y el ultraderechista Partido Popular Danés han presentado la misma iniciativa: ofrecer sus páginas web para subastar la obra de Westergaard y enviar luego el dinero a Haití.
Sólo el pequeño partido Alianza Liberal ha criticado la reacción generalizada, tildándola de 'repugnante corrección política' y defendiendo el derecho de la empresa a decidir por sí misma.
Desde septiembre de 2005, cuando se publicaron las caricaturas de Mahoma en el diario 'Jyllands-Posten', Westergaard ha sido objeto de amenazas de muerte y de varios intentos de atentado, y vive bajo protección policial.
Las viñetas del diario danés, entre las que figura una de Westergaard caracterizando a Mahoma con una bomba en su turbante, provocaron meses después fuertes protestas en el mundo islámico, con disturbios en varios países que costaron la vida a 150 personas y un boicot a productos daneses.