El autor de esta obra, Francisco Gil Craviotto, echa mano a la vieja argucia –ya empleada, entre otros, por Cervantes-, del libro escrito por otro. En este caso, el “alter ego” se lo ha colgado a Juan Español, personaje que, según nota introductoria, él conoció en París. A su muerte, en testamento ológrafo, Juan le dejó, a más otras herencias, estos papeles divididos en dos carpetas: la primera corresponde a la infancia; la segunda, a la adolescencia de su autor. La primera tiene por escenario un pueblo –Alcor de los Caballeros-; la segunda, un colegio de frailes.
El lector tiene en sus manos el libro que integra la primera carpeta. En ella Juan Español, después de hablarnos de su pueblo y de su casa, va pergeñando, capítulo tras capítulo, los recuerdos de su infancia. En ellos, unas veces se nos muestra evocador y cargado de lirismo; otras, decididamente satírico y denunciador, y la mayoría con una chispa de ironía y humor, que, en ocasiones, llevan a la carcajada. ¿Cuánto hay de verdad en estas páginas y cuánto de invención? Es imposible responder a esta pregunta.
Ya se ha dicho que toda memoria tiene algo de novela y toda novela mucho de memoria. Pero lo que sí parece evidente es que, a través de los veinticinco capítulos de esta obra, el lector se adentra en aquella España rural y profunda que siguió a la guerra civil: misas, procesiones, sermones, cacicadas y escenas de picaresca se suceden en el libro.
Para los que vivieron aquellos años estas memorias serán la evocación de una época que también fue la suya; para otros, más jóvenes, el descubrimiento de un mundo ya para siempre desaparecido. Un estilo llano y asequible a todo tipo de lector, a veces salpicado de ironía, es otro de los atractivos de estas memorias de Juan Español.
Francisco Gil Craviotto, a través de su “alter ego” Juan Español, continúa el relato novelado de su vida y andanzas. Ahora el escenario es un colegio de frailes. El marco de fanatismo religioso, con marcados tintes fascistas de la España de los años cuarenta, así como la enseñanza arcaica y rutinaria de la época, son aprovechados por nuestro autor para descargar sobre ellos sus dardos de sátira y humor. Una trama muy simple, pero también muy verosímil -el odio entre dos compañeros de clase-, unido al despertar de la pubertad del protagonista y a otras incidencias estudiantiles sirven de nexo de unión entre los distintos episodios de la novela. Por su fuerza evocadora, el amplio desfile de personajes –algunos verdaderamente esperpénticos-, el estilo ameno y fluido y la vivacidad de los diálogos, esta novela de Francisco Gil Craviotto, que se coloca en la línea que ya iniciara en Francia Mirbeau y en España Ramón Pérez de Ayala, con su inolvidable A M D G, hará las delicias del lector actual.
Francisco Gil Craviotto, Licenciado en Letras por la Universidad París IV (Sorbona) de París y académico de la Academia de las Buenas Letras de Granada, nació en Turón, pueblecito de la Alpujarra granadina, en 1933. La mayor parte de su vida adulta ha transcurrido en Francia, en París o región parisina, donde ejerció la docencia y la traducción. Entre novela, relato y biografía ha publicado una quincena de libros, que son magistralmente reseñados en el prólogo de esta obra por Fernando de Villena. A ellos hay que añadir media docena de inéditos que guarda en su ordenador. También ha participado en otras muchas publicaciones colectivas, Ha cultivado, además del relato y la novela, el periodismo, la crítica literaria y el ensayo, centrado principalmente en el estudio de autores franceses poco conocidos en España –tal es el caso, por ejemplo, de Octave Mirbeau- o aspectos inéditos de otros escritores más conocidos, como Voltaire o Guy de Maupassant. Es colaborador asiduo de las revistas literarias “Entre Ríos”, “Pliegos de Alborán “ y “Papel Literario” . También colabora con relativa asiduidad en el periódico Ideal de Granada. Otra pasión de Francisco Gil Craviotto es la jardinería. En 1989 vio compensados sus esfuerzos en el cultivo de flores y plantas con el segundo premio del Ayuntamiento de Les Mureaux de “Jardines Floridos de Francia” para su jardín de la rue Paul Bert. Actualmente reside en Granada, está casado y es padre de dos hijas y abuelo de un niño y una niña.
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