En sentido religioso, un "patrón", "patrono" o "patrona" es un espíritu protector. Está bien que la Iglesia Católica o cualquier otra organización religiosa instituya patronos a sus fieles: a los vicentes católicos, a las marías católicas, a los carpinteros católicos, a los marineros católicos, a los guardias civiles católicos, a los valencianos católicos, a los españoles católicos, y a todos cuantos quieran que sean católicos, por nombre, por barrio, por pueblo, por oficio, por nacionalidad, incluso por número de calzado si quieren.
Ahora bien, que la Iglesia Católica refiera sus patronos y patronas como patronos y patronas de colectivos que integran personas con diversas sensibilidades, supone ningunear y aplastar por completo a las personas que no son católicas. Pero que lo hagan los representantes de los poderes públicos en el ejercicio de sus funciones, es-además-vulnerar el principio constitucional de aconfesionalidad del Estado al que deben someterse.
Así mismo, me parece esperpéntico que los representantes de las instituciones públicas, cuyas actuaciones deberían regirse por el conocimiento científico antes que por creencias subjetivas, hablen a estas alturas de patronos y patronas, cuando el conocimiento científico actual no reconoce la existencia ni de dioses, ni de faunos, ni de hadas, ni de espíritus (ni protectores ni atacantes).
Por todo ello, solicito a los representantes de las instituciones públicas:
-Que se abroguen todas las disposiciones legales que pudieran haber que otorguen a cualquier símbolo el título oficial de patrón.
-Que no se reconozcan como oficiales las fiestas patronales que pueda haber.
-Que las festividades oficiales se designen mediante la denominación de "Fiestas Mayores" o cualquier otro equivalente aconfesional.
-Que se deje de referir a este tipo de entes como "patrones", a menos que se especifique de quiénes son patrones.
-Que se denuncie a todos aquellos que no respeten la libertad de conciencia y dignidad de todos los ciudadanos.