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Los cardenales estadounidenses lideran la corriente de renovación de la Iglesia

Son partidarios de tener más tiempo para el debate y apuntan a un Papa no europeo.

Los cardenales estadounidenses Di Nardo y el ‘papable’ O’Malley, sentados ayer en un teatro, micrófono en mano, respondiendo a un centenar de periodistas eran dos marcianos en Roma, donde entre los cardenales priman el hermetismo y los encuentros secretos. Si se le añade el estilo desenfadado, a años luz de la retórica de tantos de sus colegas, casi son revolucionarios. Si se compara el sayo capuchino y las sandalias de O’Malley con el cochazo que exhibió por la mañana Tarcisio Bertone, el secretario de Estado vaticano, se puede hablar de abismo. «Llevo el hábito desde hace 40 años y seguiré con él, porque no creo que vaya a ser Papa», respondió a quien le preguntó si lo mantendría en caso de ser elegido.

Las visiones de unos y otros sobre la Iglesia también son distintas, y con la sorprendente rutina que ha creado el grupo de EE.UU. de dar una rueda de prensa diaria en el colegio norteamericano del Gianicolo se han convertido en la cara visible del sector que quiere transparencia, renovación y limpieza, en oposición al ‘partido de la Curia’. Daniel Di Nardo, arzobispo de Galveston Houston y Sean O’Malley, de Boston, que habla un castellano perfecto por sus años en la isla de Pascua y como profesor de literatura española, reclamaron información sobre lo que realmente se cuece en Roma para entrar en el cónclave . Ya lo hicieron el día anterior sus colegas Wuerl y George. Qué hay detrás del ‘caso Vatileaks’, de la gestión del IOR, el banco vaticano, y de la caótica gestión de la Iglesia, las grandes cuestiones que debería afrontar el nuevo Papa y Benedicto XVI ha dejado pendientes.

«A muchos cardenales les preocupa que si no hay tiempo suficiente para las congregaciones generales, si se recorta el tiempo para la discusión, el cónclave podría alargarse», advirtió O’Malley. «Mejor discutir antes, no hay prisa», concluyó, tras apuntar con humor que además en Roma «es difícil comer mal». Que el lunes se decidiera, por votación, que en las tardes de ayer y hoy no habría reuniones ha sido una señal interesante: una mayoría prefiere tener tiempo para verse, consultarse y organizarse en privado. Di Nardo explicó que lo mejor de las reuniones de la mañana son las pausas del café, «porque tienes conversaciones individuales».

Se están creando los bandos del cónclave. El de la Curia estaba ya muy engrasado, y los extranjeros acaban de llegar y necesitan organizarse, pero algo ya se mueve. En las 13 intervenciones del lunes hubo tres cardenales que pidieron información sobre ‘Vatileaks’: Kasper y el austríaco Schonborn, muy críticos con la Curia, más el húngaro Erdo, uno de los ‘papables’. Sin embargo la respuesta del español Julián Herranz fue vaga, según varios medios. Es el presidente de la comisión de tres cardenales ‘detectives’ que ha elaborado un dossier secreto que pasará al nuevo Papa.

Los estadounidenses están asumiendo el liderazgo visible de una corriente opuesta a la Curia y que busca su candidato. Son 11 electores, el segundo grupo nacional más numeroso, y con los tres canadienses y 19 latinoamericanos suman 33 votos. Tienen buenas relaciones con sus colegas del sur y varios hablan castellano. También entre los europeos tienen apoyos. Si hay por primera vez un Papa no europeo probablemente será americano, el grupo más cohesionado de todos los presentes.

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