El porcentaje de declaraciones católicas baja del 35,71% al 34,83%.
La crisis económica apenas la notarán los obispos españoles, según los datos facilitados este lunes por su portavoz y secretario general de la Conferencia Episcopal, el jesuita Juan Antonio Martínez Camino, sobre la campaña de la renta del año pasado, correspondiente al IRPF del ejercicio de 2011. La cantidad total recaudada por Hacienda para salarios del clero y el culto católico asciende a 247,1 millones de euros. La cifra se extrae de la llamada “asignación tributaria” a la Iglesia romana en España marcando la equis correspondiente en el impreso del IRPF. Lo hicieron el año pasado 7.357.037 de sus fieles. “Teniendo en cuenta que el 23,24% de las declaraciones son conjuntas, se puede estimar que en torno a 9,1 millones de declarantes asignaron a favor de la Iglesia, un millón más de los que asignaban en el año 2007”, ha concluido el portavoz episcopal. Esa cifra no incluye los contribuyentes que no están obligados a hacer declaración.
En comparación con la declaración de la renta anterior, el número de declaraciones en favor de la confesión católica ha disminuido en 97.786, con 1,2 millones de euros de asignación menos (0,49%), cifras que Martínez juzga “satisfactorias teniendo en cuenta la coyuntura económica”. El porcentaje de declaraciones católicas, el llamado inicialmente impuesto religioso, se sitúa en apenas el 34,83% de los contribuyentes netos y baja un poco con respecto al obtenido en 2010 (35,71%).
El actual sistema de asignación tributaria entró en vigor en enero de 2007, pactado entre el Estado de la Santa Sede y el Gobierno del socialista José Luis Rodríguez Zapatero, y supuso un incremento del 37% del coeficiente vigente en aquella fecha, ahora en el 0,7% de la cuota fiscal de cada contribuyente católico. Además, el Ejecutivo libró a los prelados de su compromiso de llegar un día a autofinanciarse con las donaciones de sus fieles. Pese a que los obispos subrayan que renunciaron entonces a la exención del IVA vigente para numerosas operaciones eclesiásticas (entonces de unos 30 millones de euros), el acuerdo les supuso al año siguiente un aumento de algo más de 100 millones de euros, hasta llegar a los 250 millones de ingresos, ahora ligeramente decrecientes. El acuerdo entre el Vaticano y España se concretó en un simple canje de notas entre los embajadores de los dos Estados. Ninguna otra confesión goza de ese privilegio en España.
“Con el nuevo sistema, el Estado no garantiza ya ningún mínimo para el sostenimiento básico de la Iglesia. Ha dejado de existir el llamado complemento presupuestario, de modo que la Iglesia, para su sostenimiento, solo recibe lo que resulta de la asignación voluntaria de los contribuyentes y nada de los Presupuestos Generales del Estado”, se dice en el tercer párrafo del comunicado emitido hoy por la Conferencia Episcopal Española. Sin embargo, líneas más abajo, se afirma que “la decisión personal de los contribuyentes a la hora de marcar la casilla” [en el impreso del IRPF], no significa “que el contribuyente vaya a tener que pagar más ni que le vayan a devolver menos”.
“Marcar la casilla del IRPF no cuesta nada y, sin embargo, rinde mucho”, añade el comunicado. “La labor religiosa y espiritual de la Iglesia, ya de por sí de gran significado social, lleva además consigo otras funciones sociales: la enseñanza; la atención integral a los niños, los ancianos, los discapacitados; la acogida de los inmigrantes; la ayuda personal e inmediata a quienes la crisis económica pone en dificultades; los misioneros en los lugares más pobres de la tierra. Todo ello surge de las vidas entregadas y de la generosidad suscitada en quienes han encontrado su esperanza en la misión de la Iglesia. Con poco dinero, y gracias a la generosidad de millones de personas en todo el mundo, la Iglesia sigue haciendo mucho por tantos que todavía necesitan tanto”, concluye después de señalar que, sin embargo, “las otras formas de colaboración al sostenimiento de la Iglesia, como son por ejemplo las colectas o las suscripciones, continúan siendo absolutamente indispensables”.
Fuente: Conferencia Episcopal Española. / EL PAÍS
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