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«Los abusos en la Iglesia no son sólo sexuales y no son sólo a menores»
«¡Que nadie se engañe! Los abusos en la Iglesia no son sólo sexuales y no son sólo a menores»
«Hoy hablaré del abuso de conciencia que es un forma de abuso de poder, donde otra persona se apodera de lo más íntimo que hay en ti, tu conciencia»
«Esta forma de abuso puede incluso convertirse en abuso espiritual, cuando la conciencia de la persona es abusada en nombre de Dios, alegando citas evangélicas o máximas espirituales»
«Pero esto no es todo: el abuso de conciencia facilita el abuso sexual y, como ejemplo, podemos citar los abusos sexuales de Rupnik, previos abusos de poder y de conciencia»
¡Que nadie se engañe! Los abusos en la Iglesia no son sólo sexuales y no son sólo a menores.
Dicho esto, vamos con calma y por partes. Con calma, porque por mucho que nos duela, esto no es más que la punta del iceberg, lamentablemente. Y por partes, porque se están dando otro tipo de abusos que, unas veces acompañan al abuso sexual, y otras no, pero que igualmente ha de ser denunciable.
Hoy hablaré del abuso de conciencia que es un forma de abuso de poder, donde otra persona se apodera de lo más íntimo que hay en ti, tu conciencia. En efecto, se apodera de tu capacidad de pensar por ti mismo, de tener tu propia opinión, incluso de poder dudar o incluso disentir.
Hagámonos una pregunta y seamos sinceros en la respuesta. En determinados ámbitos de nuestra Iglesia: ¿hay libertad para opinar de forma contraria? ¿Hay siquiera libertad para dudar acerca de una decisión del superior/a, del obispo?
Conozco el caso de un diácono que manifestó al obispo dudas acerca del destino que éste le encomendaba y ello supuso la expulsión de la diócesis de dicho diácono.
Esta forma de abuso puede incluso convertirse en abuso espiritual, cuando la conciencia de la persona es abusada en nombre de Dios, alegando citas evangélicas o máximas espirituales: “la voluntad de Dios viene por el obispo”, “obedecer es amar”, “carga con tu cruz”, y otras por el estilo.
El abuso de conciencia no es una modernez, ni un invento. La propia Iglesia reconoce la inviolabilidad de la conciencia humana. Entonces, ¿por qué es abusada en el ámbito eclesiástico? La respuesta nos la dio hace mucho el propio Jesús pero, aunque la sabemos, no acabamos de hacer caso: la verdadera tentación -y que es puerta de otras- es el poder.
«Cuando el abuso de conciencia no tiene éxito, es más difícil que se produzca el abuso sexual. La víctima no ha caído en la trampa que le generará confusión y desprotección»
La conclusión es que se abusa de la conciencia ajena porque eso da poder.
Pero esto no es todo: el abuso de conciencia facilita el abuso sexual y, como ejemplo, podemos citar los abusos sexuales de Rupnik, previos abusos de poder y de conciencia.
Cuando el abuso de conciencia no tiene éxito, es más difícil que se produzca el abuso sexual. La víctima no ha caído en la trampa que le generará confusión y desprotección.
A menudo, algunas personas se defienden alegando que las víctimas serían de psicología débil. Incluso si esto fuera cierto, eso no da derecho a que sean abusadas de ningún tipo. Pero para decirlo todo, los abusos de conciencia (y el resto de los abusos) se dan por una formación que hizo a las víctimas vulnerables. Basta un ejemplo: una persona que, durante muchos años, ha escuchado el discurso de que no hay que negar nada a Dios, que el sacerdote es representante de Dios en la tierra, que Dios le ha dicho a ese sacerdote que la víctima tiene que sanar sus afectos, y liberarlos, y… acabar teniendo relaciones con él (cf. el caso Garrido o el citado Rupnik).
Termino este artículo con estas palabras de una víctima de abusos: “Cuando has aprendido a despojarte de ti misma, a que el otro siempre tiene la razón; que el otro sabe mejor que tú lo que tú misma necesitas, eres vulnerable. El ambiente te ha hecho vulnerable, por muy adulta que seas”.
(No es por nada pero, muchos casos de abuso de conciencia y de abuso sexual en persona adultas, se dan en noviciados y seminarios). Pero sobre la mala formación hablaremos en otro momento.