El ministro del Interior galo, Gérald Darmanin, ya había planteado la posible ilegalización en agosto
El Gobierno de Francia ha ordenado la disolución de la organización ultracatólica Civitas por los mensajes de odio vertidos contra judíos, musulmanes y ciudadanos LGTBI e incluso alentar una «guerra contra la República».
El portavoz del Ejecutivo, Olivier Véran, ha lamentado en rueda de prensa que, para Civitas, los Derechos Humanos vienen a simbolizar «la destrucción de la civilización cristiana», por lo que considera que no tiene cabida en Francia. El ministro del Interior galo, Gérald Darmanin, ya había planteado la posible ilegalización en agosto, después de que durante uno de los foros universitarios de la organización se reclamase la retirada de la nacionalidad para los judíos.
En concreto, el escritor Pierre Hillard planteó volver en el caso de los judíos a «la situación anterior a 1789», lo que implicaría que la mayoría de ellos no pudiesen ser considerados ciudadanos de Francia. Durante la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros francés, su portavoz Véran ha sido claro con las razones y los pasos a dar a partir de este momento.
Fundado en 1999, el Instituto Civitas forma parte de un linaje tradicionalista, cercano a la Fraternidad Sacerdotal San Pío X (fundada por el obispo francés Marcel Lefebvre). El movimiento surgió de las sombras en 2011 con acciones espectaculares contra varios eventos culturales, en particular la obra Gólgota Picnic de Rodrigo García, que consideraba “cristianofóbica”. En 2012, Civitas se movilizó activamente contra el matrimonio entre personas del mismo sexo, con lemas denunciando la “homofobia”. Luego, en 2021, el movimiento dió la batalla organizando manifestaciones en contra del denominado «pase sanitario», como derecho de atención sanitaria para todos los ciudadanos en Francia.
Pero fue el antisemitismo el que marcó definitivamente su final. Sus declaraciones sobre los judios provocaron el inicio del procedimiento de disolución, cuando el controvertido ensayista Pierre Hillard sugirió volver a «la situación anterior a 1789», cuando un judío «no podía convertirse en francés».