Fue en un mensaje por video que se envió a la Organización Internacional del Trabajo. Pero la historia de la Iglesia Católica está ligada a la defensa del interés capitalista.
La demagogia papal no se toma descanso. Tal como nos tiene habituados a los discursos de tinte social, en las últimas horas y en un mensaje dirigido a la apertura de una Cumbre de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), Francisco reivindicó hoy el rol “profético” de los sindicatos sobre todo después de los trastornos de la pandemia que golpeó al mundo y señaló que la propiedad privada “es un derecho secundario”.
En el video, el jefe político de la Iglesia Católica afirmó “a veces, al hablar de propiedad privada olvidamos que es un derecho secundario, que depende de este derecho primario, que es el destino universal de los bienes”. En el mismo apartado del mensaje, se dirigió a los empresarios para “recordarles” que su verdadera vocación es “producir riqueza al servicio de todos”. Una suerte de piadosa declaración porque la única “vocación” del capital es producir ganancias a costa de la superexplotación obrera.
Francisco también señaló que la pandemia y la crisis social abren un escenario en el que se hace imperiosa una acción concertada y común entre sindicatos, empresarios y dirigentes políticos. En la clásica concepción del peronismo, el llamado a conformar o actuar según los lineamientos de lo que es conocido como “Pacto Social”.
Sin embargo, la historia demuestra el compromiso histórico de la Iglesia con la propiedad privada y con los intereses del gran empresariado. Más allá de los discursos de ocasión, la jerarquía católica ha sido parte activa en la defensa de los intereses capitalistas a lo largo de la historia.
Su rol durante la última dictadura argentina, destinada a aplastar el ascenso revolucionario abierto tras el Cordobazo, tuvo además como objetivo salvaguardar los intereses del gran capital nacional y extranjero.