Desde que gigantes como Kepler, Galileo o Newton pusieron de manifiesto que una mente libre podía cambiar la concepción del mundo, al margen de las trabas de la religión y otros mitos, la humanidad ha recorrido un camino que, visto con la actual perspectiva, parece imposible.
El 5 de Julio de 1686, en las postrimerías del Siglo XVII, un gigante nos puso frente a un mundo desconocido y desde entonces hemos sido capaces de realizaciones que antes eran impensables. No hay una sola rama de la ciencia que no avance, se desarrolle y florezca para darnos la oportunidad de mejorar nuestras vidas. No se han dejado caminos sin explorar o puertas que no hayamos abierto, muchas veces aceptando enormes riesgos.
La última gran demostración de lo que la ciencia puede aportarnos la estamos experimentando ahora mismo, justo cuando estamos poniendo las primeras dosis de las vacunas del Covid-19. En un año, en tan solo un año, la ciencia nos ha dado la herramienta para solucionarnos la papeleta de una enfermedad que nos hubiera costado años de muertos hasta poder adaptarnos a su azote. Y al lado de las vacunas, la praxis médica también ha sido capaz de aprender y atajar caminos para que el virus no pueda destrozar nuestro organismo como solía. 12 meses de furia que nos han permitido constatar que la ciencia funciona y que la humanidad puede contar con ella para mejorar nuestras vidas.
Pero la ciencia necesita apoyo y necesita que todos, sin excepción, seamos conscientes de que debemos ser activos y exigentes con ese objetivo. A los políticos debemos pedirles dinero, estrategia, planificación y consenso para que el panorama de España en este campo cambie de forma radical y para siempre. Investigar en España es llorar y eso debe terminarse YA. Sin excusas. No podemos permitir que la ciencia siga como está en este momento: trabajadores en precario, sin recursos, sin planificación y sin el apoyo firme y decidido de todos los partidos. Hay que crear un plan que defina nuestra postura en los próximos 20 años y que sea aceptado y apoyado por todos los partidos sin excepción. No debe haber opción.
Y con respecto a los medios de comunicación: ¿De verdad no hay otra opción que dejar que imbecilidades como las que nos ha regalado Victoria Abril en la semana pasada, o Miguel Bosé antes que ella, ocupen páginas y minutos de atención? ¿Tan poca autoestima tienen sobre su importancia social? ¿Tan poco aprecio tienen por la capacidad de sus lectores, usuarios o espectadores? ¿No sería mejor dedicar ese tiempo, ese precioso espacio, a algo más ejemplarizante que los desvaríos de estos descerebrados? Personalmente, creo que un denso y espeso silencio sobre sus incontinentes bocazas sería mucho mejor para todos.