Cameron criticó abiertamente la neutralidad moral y se quejó de que “durante demasiado tiempo no hemos querido diferenciar entre lo que está bien y lo que está mal”. Y añadió que los valores cristianos son cruciales para el Reino Unido. Destacó: responsabilidad, trabajo duro, compasión y humildad.
Las palabras de Cameron tienen especial importancia porque no es, como su predecesor en el puesto, el laborista Tony Blair, que vivió un profundo acercamiento a la Iglesia durante sus años en Downing Street, un creyente practicante. De hecho, en su discurso reconoció que “me siento comprometido, aunque sea poco practicante, con la Iglesia Cristiana de Inglaterra, que alberga los valores y principios de mi fe” pero añadió que se siente lleno de dudas.