El teólogo y escritor Juan José Tamayo interviene esta tarde en el coloquio «Alianza de Civilizaciones y nuevo orden mundial», del Club Siglo Futuro
El teólogo y escritor Juan José Tamayo (Amusco, Palencia, 1946) expone sus reflexiones sobre el orden mundial y las religiones con un ojo puesto en la crítica y otro en la esperanza. Esta tarde, alzará su voz en Guadalajara en la primera mesa redonda del ciclo ‘Alianza de Civilizaciones, fudamentalismo y diálogo de religiones’, que ha coordinado junto a Club Siglo Futuro. En esta entrevista, el director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones ‘Ignacio Ellacuría’, de la Universidad Carlos III de Madrid señala entre otras cosas, que “Benedicto XVI se equivocó” al vincular islam con violencia, que “un Estado laico no es una amenaza para las Iglesias” y aboga por un “diálogo” entre civilizaciones, que debe “desarrollarse no sólo en el interior de las religiones sino en la esfera pública y en el ámbito social y político”.
¿Qué ha cambiado en el mundo tras el 11-S?
Los atentados modificaron sustancialmente las relaciones internacionales. El mundo ha cambiado de manera sustancial por la respuesta que ha dado la administración norteamericana bajo la presidencia de George Bush. Estamos sometidos a esa amenaza terrible y destructiva del terrorismo mundial pero, por otra parte, estamos sometidos al Imperio, que está transformando el planteamiento de los derechos humanos a todos los niveles, por ejemplo, reconociendo el derecho a la tortura, revisando la concepción y la práctica del Estado de Derecho, limitando el ejercicio y la práctica de los derechos humanos, recurriendo a un terrorismo de Estado que no acepta adversarios. El 11 de septiembre no ha generado una reflexión a nivel mundial, sino que ha reforzado la inseguridad por el peligro del terrorismo y la amenaza e igualmente, por parte del Imperio, que ha puesto en cuestión las bases en las que se sustentaban las relaciones internacionales entre los pueblos, países y los gobiernos.
¿Qué papel juega el Vaticano en el nuevo orden mundial?
No está jugando el papel que debería, aunque más que del Vaticano habría que hablar de qué papel juegan las religiones. Están en una situación crítica. Su peligro es colocarse del lado de uno de los ‘supuestos’ contendientes. En su teoría del choque de civilizaciones Huntington obliga a las religiones a posicionarse a favor de ‘una civilización’ y en contra de ‘la otra’. En concreto, asigna al cristianismo la legitimización ideológica y religiosa de Occidente, y al islam le considera el más importante baluarte de la civilización musulmana. Pero pienso que esto es peligroso porque las religiones se convierten en una especie de líquido inflamable que se arroja al fuego para que se extienda cada vez más. Y yo creo que tienen una función muy distinta y constructiva: ser puente de comunicación, de diálogo, de reconciliación entre los pueblos. Pueden contribuir de manera muy positiva a los procesos de paz en las actuales iniciativas de diálogo de religiones, alianza de civilizaciones y encuentros de culturas.
¿Benedicto XVI cometió un error con sus declaraciones sobre el islam?
Totalmente. Fue, antes que nada, una falta de responsabilidad, teniendo en cuenta la personalidad y significación, a nivel mundial, del Papa. Son de esos errores que se pagan caros, ya que pueden generar una espiral conflictiva difícilmente controlable. La vinculación tan unilateral del islam con la violencia no contribuye en nada a los esfuerzos de diálogo que llevan a cabo organismos internacionales, gobiernos, personalidades del mundo político, de la cultura y de la ciencia, etc. Con estas declaraciones tan inoportunas, lo que hizo fue poner palos en la rueda en el camino hacia la paz. Al identificar yihad con guerra santa refleja un profundo desconocimiento del islam –lo que resulta más preocupante tratándose de una conferencia en sede universitaria–, ya que en el Corán la palabra yihad nunca significa guerra santa, sino esfuerzo por la perfección, lucha contra el egoísmo.
¿Por dónde irá el Pontificado de Ratzinger en su opinión?
Si sigue por el mismo camino que lleva recorrido en estos 17 meses de pontificado, mucho me temo que va a seguir reforzando la ortodoxia en el plano doctrinal, manteniendo una concepción represiva de la moral y afirmando que la Iglesia es el único camino de salvación y la única depositaria de la verdad. De esa manera resulta difícil, por no decir imposible, cualquier proceso de diálogo entre las religiones. Pero lo que estoy diciendo es sólo una hipótesis, una simple predicción en función de lo que ha sucedido hasta ahora. Siempre es posible un cambio, la conversión ¿no?, aunque es muy difícil tratándose de un Pontífice que ejerció durante casi un cuarto de siglo como gran ‘Inquisidor de la Fe’, no facilitó el ecumenismo entre las iglesias y condenó a los teólogos católicos que hacían una teología del pluralismo religioso.
Cuando el mundo cristiano critica los planteamientos islámicos ¿que ha olvidado sus propios comportamientos?
Sí, la crítica tan feroz de parte del cristianismo occidental al islam es signo de varias cosas. Primero, echa balones fuera acusando a esa religión de los mismos defectos, de la misma patología que el cristianismo padece. La crítica de Benedicto XVI al islam es aplicable a la religión cristiana, que a partir del siglo IV se impuso como religión oficial del Imperio romano por la fuerza y se expandió a través de la alianza entre el trono y el altar. Las Cruzadas, la Inquisición, los autos de fe, las guerras de religión, el Índice de Libros Prohibidos… no fueron precisamente ejemplo de tolerancia ni de respeto al pluralismo. Más sangrante fue todavía la conquista de América que se llevó a cabo a sangre y fuego con una impiedad inenarrable. Los conquistadores y no pocos misioneros destruyeron violentamente las culturas y religiones nativas, impusieron la fe cristiana a través de la espada, se apropiaron de las propiedades de los indígenas, a quienes convirtieron en esclavos. Y a esta gesta se le llamó ‘evangelización’. ¡Qué ironía si no hubiera sido tan trágico!. Antes de acusar a los otros, habría que mirar hacia adentro y reconocer los propios errores. En eso fue ejemplar Juan Pablo II, que pidió perdón por los errores del pasado más de cien veces.
¿Qué opina del acuerdo reciente Iglesia-Estado?
Es un acuerdo que se mueve en el plano mercantil y cuando se trata de religiones, mercantilizar es una gravísima perversión, pues con lo sagrado no se juega. Seguir manteniendo el apoyo económico por parte del Estado a la Iglesia Católica es un signo de dependencia, impide la autonomía, dificulta la libertad, es contrario al principio constitucional de igualdad y va en dirección contraria a la construcción del Estado laico. El acuerdo mantiene una línea de continuidad con los acuerdos anteriores. No supone cambios sustanciales. Y si algún cambio se produce es para favorecer todavía más a la Iglesia Católica en el plano económico. Lo que resulta una contradicción con el programa del Partido Socialista y con las reiteradas declaraciones de la vicepresidenta del Gobierno y de varios ministros que han defendido la autofinanciación de la Iglesia Católica y han afirmado que ésta tenía que ir acostumbrándose a recibir cada vez menos ayuda económica del Estado. El actual sistema de financiación supone la existencia de tres tipos de religiones: de primera categoría, la Iglesia Católica, que goza de privilegios cada vez mayores; de segunda categoría, los musulmanes y los evangélicos, protestantes, religiones de notorio arraigo, que cuentan con una ayuda simbólica para sus actividades culturales; de tercera, las que no reciben ayudas del Estado. Según los cálculos de algunos expertos, con la subida del 0,5 al 0,7 la Iglesia conseguiría 31 millones de euros más en el ejercicio del año 2007.
¿Qué papel debe jugar la Iglesia en un país laico como España?
Contribuir a que se constituya el Estado laico y no obstaculizar su creación. Un Estado laico nunca es una amenaza para las religiones. Todo lo contrario. Es el marco jurídico y político más adecuado para la defensa y el ejercicio de la libertad de conciencia y de la libertad la religiosa. Porque si algo hace el Estado laico es defender la igualdad entre las distintas comunidades religiosas e impedir el predominio de una sobre las demás. Un Estado confesional se siente obligado a privilegiar la confesión mayoritaria el Estado. Un Estado laico no distingue entre religiones mayoritarias y religiones minoritarias. Reconoce a todas los mismos derechos y las mismas obligaciones.
El arzobispo de Toledo, cardenal Cañizares, dijo en Guadalajara que el laicismo ideológico, la secularización, era el gran problema hoy, dentro y fuera de la Iglesia ¿está en crisis el cristianismo?
No creo que la secularización sea el primer problema. Es el clima de nuestro tiempo con sus valores y contravalores. La autonomía de las realidades temporales y la renuncia a la tutela religiosa en todos los campos del saber y del quehacer humanos. Creo que es una conquista muy importante.
Es, además, el modo de vivir de los ciudadanos y ciudadanas en Occidente. Cómo vivir la religión, las religiones, en una sociedad secularizada en la que no hay condiciones externas de plausibilidad sino experiencia religiosa personal y comunitaria, sin ningún tipo de tutela: ése es el gran desafío de nuestro tiempo. ¿Está en crisis el cristianismo? Depende. Está en crisis un cristianismo que mira más al pasado que al presente, un cristianismo que sigue practicándose como se vivía en épocas históricas anteriores. Está en crisis el cristianismo neoconservador. No lo está, sin embargo, el cristianismo profético, solidario, el de las comunidades de bases, el de la teología de la Liberación. Casi no se ha estrenado.
¿Ha dudado usted alguna vez de que Dios existe?
El problema de Dios es mucho más complejo como para resolverlo en una entrevista de este tipo. Hay que estudiarlo dentro de cada tradición religiosa y cultural. Una respuesta personal apresurada podría simplificar la cuestión, que, de por sí, ya es compleja. Un creyente de cualquier religión en el siglo XXI no debe desconocer las críticas que la ciencia y la filosofía vienen haciendo desde siglos y milenios a la existencia de Dios y a las religiones. Pero debe sentirse acompañado por los creyentes lúcidos y comprometidos de todos los tiempos. Renunciar a plantear el problema de Dios o aparcarlo en tiempos de secularización como los que vivimos es un signo de frivolidad dentro de esta cultura. Dios sigue jugando un papel muy importante y es necesario repensarlo.
¿Cómo se podría acabar con el fundamentalismo religioso?
Hay una sola forma y es que las religiones retornen a sus orígenes, donde se encuentran los mensajes auténticos, los testigos, los fundadores. que han sido coherentes en su manera de pensar, de vivir y sobre todo, renunciando al poder, a la conquista, a la ocupación de espacios e iniciando un nuevo tipo de relaciones entre las religiones, más dialogantes, más tolerantes, más comunicativas. En el diálogo tienen que participar los líderes religiosos, pero también los expertos de las distintas religiosas y, sobre todo, las comunidades religiosas. El diálogo tiene que desarrollarse no sólo en el interior de las religiones sino en la esfera pública y en el ámbito social y político.