Tenemos mucho que aprender unos de otros, mucho que aportar y mucho que hacer conjuntamente los jóvenes y los no tan jóvenes. Tantas cosas que no tenemos tiempo para ir a saludar al Papa
Miles de jóvenes llegan de todas partes para recibir al Papa, lo que nos cuesta a los ciudadanos muchos miles de euros. Sin consulta previa se dispone de nuestros impuestos, del dinero público. Las televisiones hablan cada día de este gran acontecimiento con paquetes didácticos religiosos, cantos y bailes religiosos, medicina religiosa (una cruz) y la implicación de ayuntamientos, instituciones y muchos representantes políticos.
Hay otros jóvenes que partieron de Madrid el 27 de julio hacia Bruselas y miles de jóvenes que han salido a formar parte del movimiento social más importante de la actualidad, jóvenes que han decidido acampar creando redes sociales para analizar y debatir problemas, para reivindicar y buscar soluciones a los muchos problemas sociales y políticos. Sin embargo a todos estos jóvenes no se les está promoviendo ni apoyando de la misma forma; por el contrario, se les tacha de violentos y provocadores y se les desaloja con medidas policiales represivas y agresivas.
La juventud religiosa busca y cree encontrar espiritualidad en su grandioso encuentro, incluso la Iglesia da una oportunidad de «perdonar» a jóvenes que hayan abortado y se arrepientan de su «pecado», mientras en la Iglesia encontramos pederastas acosadores, agresores sexuales y violadores, homófobos y una gran lista de perversiones sexuales y económicas, aunque reconozco que también existen curas y religiosos que realmente tienen vocación religiosa y seguramente ellos también critican la opulencia del Vaticano y el dinero que se tira en este evento-espectáculo mientras millones de niños mueren de hambre en el mundo.
Y en estos tiempos de crisis y caos económico me parece más importante o, como lo dice la Iglesia, es «justo y necesario» acompañar y apoyar en todo lo posible a ese otro grupo de jóvenes del 15-M de todas las acampadas y a todos los jóvenes que tienen una participación activa en diferentes asociaciones y colectivos, en diferentes grupos sociales y culturales, jóvenes que dedican parte de su tiempo para investigar más a fondo sobre nuestra economía, que analizan y debaten los diferentes problemas. Problemas ecológicos, jóvenes con grandes inquietudes, sueños e ideales, con ganas de mejorar el mundo, con esperanza de un mundo más justo, con implicación y compromiso en su presente y en su futuro porque han podido despertar y levantarse y porque en ese despertar de conciencias individuales se suman cada día más jóvenes para crear todos juntos un despertar a nivel mundial y con ello una conciencia colectiva interdimensional. Tenemos mucho que aprender unos de otros, mucho que aportar y mucho que hacer conjuntamente los jóvenes y los no tan jóvenes. Tantas cosas que no tenemos tiempo para ir a saludar al Papa, ni ponernos a rezar un Padre nuestro ni un Ave María. Además, son tantos nuestros pecados que no alcanzan ni diez rosarios juntos para perdonarlos. Por tanto, invito al Papa a subastar toda la riqueza de la Iglesia para terminar con el hambre y de paso donar sus propiedades, sus monasterios, conventos e iglesias a todos los desfavorecidos del mundo.