Viendo, oyendo y leyendo lo que las autoridades de la iglesia católica decían el otro día en el mitin que celebraron en Madrid, uno se pregunta por qué nuestros progresistas se preocupan tanto del fundamentalismo islámico y tan poco de los
Porque, vamos a ver, estimados y estimadas progresistas, feministas, verdes y demás. Está muy bien eso de preocuparse por la discriminación de la mujer a cargo de los integristas islámicos. Y es perfecto que se reivindiquen los derechos de la mujer, y otros que también escasean en las mentes de esos fanáticos.
Pero estos admirables progresistas y feministas, que son capaces de montar una carajera de órdago porque, por ejemplo, una niña musulmana vaya con un velito al colegio, ¿no tienen nada que decir sobre este aquelarre integrista de los obispos en la plaza Colón de Madrid?
Nuestros progresistas y feministas suelen arder de indignación santa y justiciera ante la simple visión de un rito religioso musulmán en cualquier ciudad europea, y argumentan que ese rito, como el velito de una niña, son cosas que pueden poner en grave peligro a la mismísima civilización occidental, a los derechos universales y la propia estabilidad de los sistemas democráticos.
Vale, vale. Pero, ¿y aquí? ¿No hay nada que decir ante la sarta de barbaridades proclamadas y reivindicadas por estos fundamentalistas católicos reunidos en el centro de Madrid con más de cien mil personas? ¿Es esto menos grave que lo del velito?
¿Es que estos ayatollás del catolicismo no van contra los derechos de la mujer, del hombre y contra todo lo que huela a derecho, incluidos, por supuestos, los mínimos derechos civiles? ¿No atacan estos fanáticos integristas todo eso que dicen defender y reivindicar nuestros progresistas y feministas?
Claro, que aquí estos grupos de integristas están financiados por todos los ciudadanos, gracias a los pactos del PSOE y de su Gobierno, y gracias a las gestiones de una feminista tan reputada como la vicepresidenta de ese mismo Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, encargada expresamente de las relaciones con el integrismo católico.
O sea, para que nos entendamos. Aparte de lo de la casilla del IRPF -el Estado hace de recaudador de estos integristas-, hay un acuerdo por el que se entregan diversas cantidades para la financiación de la iglesia católica. Es decir, que estos iluminados se financian con dinero de todos, incluidos los progresistas y las feministas. Tiene gracia.
En cualquier caso, sorprende que nuestros progresistas de plantilla sean tan hábiles y sagaces a la hora de descubrir violaciones de todo tipo de derechos en las prácticas islámicas, y no vean absolutamente nada anormal en lo que proclamó el otro día este patibulario conjunto de fundamentalistas y fanáticos católicos. Es curioso.