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De la radicalidad a la bobería. Por un laicismo militante

Hablemos claro, y dejémonos de cursilerías, los cancerberos de Dios, los Obispos, están de un cabreo que no te menees.

Tras las manifestaciones montadas, entre cirios y polvos sin preservativo, como ejemplo de que alguien sigue la doctrina de unos singulares solterones “pro divine”, siguen queriendo meterle el agua en Moncloa al Sr. Zapatero; además de desatar una persecución contra todo aquello que huela moverles el sillón acomodaticio y preferentista que les permite la “aconfesionalidad”, han optado por una vuelta de tuerca al tema, pues no están contentos con los denarios y rentabilidades políticas obtenidas.

Estos prohombres de la Jerarquía Católica Española, los Obispos, han bajado de sus torres de marfil, y se han arremangado la sotana hasta enseñarnos sus partes pudendas para demostrarnos que ellos también tienen gónadas.

Sí lo quieren ver desde otra perspectiva nos están indicando que al gobierno de Zapatero le pueden pillar por los cataplines, lo saben y manejan los hilos, las conciencias y las conveniencias.

Es más, nos están tomando la delantera y es que el palabrerío nos traiciona, pues aunque algunos se califican de laicistas, siguen denominando el asunto de nuestra entretelas, como un tema con la Santa Sede, y el laicismo puro y duro para que no tuvieran como tintes de anticlericalismo, ahora se ha convertido en laicidad, y a los laicistas más insurrectos se les va tachando de anticlericales.

Algún filólogo o filósofo estructuralista: H. Lefebre, o Weinrich que trató aquello de la lingüística de la mentira, si examinara la cuestión nos diría alguna que otra fresca sobre estas posturas que quieren pasar por lo que no son.

Y tal es el lío montado, que si bien íbamos teniendo algo claro sobre lo que era el laicismo, vinieron los palabros a complicarlo todo, aunque no se puede negar que había quien estaba interesado en rebajar la carga del laicismo que tenias tintes muy anticlericales, muy de la II República que reflexionaba a cerca del tema desde posturas librepensadoras. Y bien el desmarque ha venido de la mano de la modernidad intelectual de este país que copia a mansalva por alcanzar el estrellato, y el palabro se transmutó en Laicidad,

De esta manera caímos en la gran trampa semántica, puesto que ahora nos hemos enredado entre los laicistas, y más entre aquellos que piensan o reflexionan sobre la cosa, que con un lenguaje público ejercitado en un medio social paralizado por la cristalización ideológica y la institucionalización del discurso, ha quedado todo él reducido a una disposición sintáctica del sentido del no-sentido.

Como diría Valente, la rotación infernal de los signos .

Un discurso descafeinado, en el que se van introduciendo más y más conceptos que nos vamos tragando como las ostias benditas, con la boca abierta y la lengua haciendo agüilla, o sea que vamos abandonado el laicismo por ir detrás de la modernez de Sarkozy que les ha dado alas a los conservadores y a la propia igleisa, y han faltado minutos para que algunos de los medianos intelectuales de este país repicaran las campanas en pro de una laicidad abierta, positiva, y hasta creativa que promueve la derecha moderna europea y que aquí hay quienes tragan el anzuelo desde la izquierda.

Con el resultado que el látigo conceptual, fuerte y potente, como era el laicismo se nos ha vuelto no sólo blandito, sino que es una simulación de un látigo de siete colas para divertimento sadomasoquista de mentirijillas de los modernos que nos azotan con él a base de laicidad integradora, positiva y constitucional, y todos tan contentos. etc

De una separación radical entre Iglesia y Estado, y que cada uno se guarde muy mucho de meterse en doctrinas, y los otros en el adoctrinamiento en la esfera pública, hemos pasado, a pedir a pies juntillas, incluso la masonería de cierta tradición hermenéutica cristiana-evangélica a lo Rene Guenón, " igualdad para las iglesias", no para las creencias, sino igualdad para los chiringuitos religiosos, pues no es lo mismo creencias que iglesias.

Y nos hemos quedado tan tranquilos ignorando que las palabras las carga el diablo, eso sí, como herederos de una buena tradición judeocristiana nos azotamos, y les azotamos solicitándoles a los Sres. Obispos que deseamos que acudan al acto concursal de revisar el Concordato, aunque eso sí, esto último tres párrafos más abajo.

Y todo ello en medio de una batalla que tiene una estrategia, la de tomar posiciones y ver quien arremanga más los refajos con un gobierno que no quiere verse en difíciles trances y trago en puertas de una convocatoria electoral, pues saben que hay un voto peligroso y inestable, de claro matiz cristiano y eso pesa, no hay nada más que ver el loby cristiano del PSOE y sus pagina web.

Los Obispos, con vista larga y afilada les preocupa, no tanto lo que haga o negocie o pueda conseguir el Sr. Zapatero, sino que están viendo que el asunto del laicismo, con todas sus contradicciones avanza, a base de palos de ciego, a base de Concilios Ateos en los que el PSOE se desmarcó, con la coyunta de comunicados dando brazadas por querer llegar y marcarse un hueco sin mojarse; con movimientos laicistas que van progresando como pueden sumergidos y mareados entre tanto belén montado; pero caminamos, y eso les preocupa a los Obispos pues ven que la cosa se les va escapando de las manos, y más con un gobierno que aunque sus voceros lo califican de masónico, ellos saben que son agua bendita, pero el caso es que la idea de un laicismo rampante avanza en el seno de la sociedad española.

Y avanza mal que bien, fuera de los cánones de la retórica institucional, y eso lo sabe la jerarquía eclesiástica, y por eso pierde los nervios, porque quisiera convocar a los almuecines políticos para dialogar, para que el diapasón una vez ha dado la nota, pueda entrar en una flojera que permita bajar los refajos y conversar como personas civilizadas a políticos y a Obispos en comandita; tal y como le gusta a la Iglesia, dejando atrás a la chusma laicista y anticlerical, que no es permitida ni concebida en estos lares, pues desde su laicismo militante y predicando como en el desierto la marea va creciendo y se oye con más contundencia e intensidad pedir la separación entre las religiones y del estado. De esto de predicar en el desierto y levantar la masas sabe algo la propia jerarquía eclesiástica.

Esto último es lo que pone irascibles a los obispos, que se deje tanta manga ancha a quien quiere socavar los cimientos del “establisment” religioso y hasta político, y por eso amenazan a sus condiscípulos en el poder con montar más sarao, por eso acuden al PP, o a “susan corda” porque están viendo las barbas ya pelar en el vecino país, que frente a las moderneces de Sarkozy, se levanta un laicismo fuerte y republicano , y eso no lo quieren los Obispos para sus predios, para España , ni para sus intereses.

Lo han dicho por activa y por pasiva, por eso ponen tanto adjetivo y floripondio integrador y devaluador, para enmascarar lo que les da miedo: El Laicismo.

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