El nuevo gobierno socialista de Pedro Sánchez ha provocado pánico entre ciertos sectores militares aficionados a mezclar churras con merinas y Ejército con religión. En su primer día en el cargo, la ministra de Defensa, Margarita Robles, anunció que su principal objetivo sería modernizar a las Fuerzas Armadas. La jura de los cargos sin crucifijo, por primera vez en democracia, ya mandó un mensaje, que se acentuó con el anuncio de Robles de que no se pondrían a media asta las banderas de los cuarteles para rendir luto a Jesucristo durante la Semana Santa.
Ahora, el temor es que se restringa la participación de los miembros del Ejército en las procesiones de Semana Santa, tan habituales en esas fechas y tratan de subrayar que el coste es gratuito para el Estado, puesto que son organizadas por las hermandades militares y se cubren con voluntarios.
“Tememos que estemos ante una nueva etapa de confrontación entre las cofradías y el Ministerio”, señala un miembro anónimo de una hermandad cuyo nombre no quiere revelarse para evitar “más polémicas”, en El Confidencial Digital
Lo cierto es que, de llevarse a cabo alguna restricción, el problema no sería el coste de dinero público. A fin de cuentas, bajar una bandera hasta la mitad de su asta tampoco supone ningún dispendio. Pero Margarita Robles ya ha anunciado que no seguirá con la tradición impuesta por el Partido Popular (primero con Pedro Morenés y después con María Dolores de Cospedal) de mostrar un luto oficial por la muerte de Jesucristo entre el Jueves Santo y el Domingo de Resurrección.
Los militares españoles participan en cerca de 200 actos religiosos a lo largo de la Semana Santa, por todo el mapa: desde Málaga a Córdoba, pasando por Valladolid y Badajoz o Pontevedra y Cartagena.
Por ejemplo, en el año 2013, Defensa tuvo que responder a una pregunta parlamentaria sobre estos actos y reveló que 4.254 militares participaron en eventos religiosos durante las fechas de Pascua.
Uno de los cuerpos que más se destacan en esas fechas es la Legión, que se divide entre la animadversión y el cariño popular por sus posturas al respecto. La imagen de la cabra desfilando es entrañable, pero no maquilla actos como los cánticos machistas hablando de la “mujer ladrona” o su entrega a las advocaciones religiosas.
De ellas, destaca la del Cristo de Mena, o Cristo de la Buena Muerte, en cuyo desembarco se pudo ver este año a los ya cesados ministros del Partido Popular cantando a voz en grito el himno del Novio de la Muerte. Aunque en Málaga existe otro cristo menos conocido, el mutilado que recuerda solo a los heridos del bando nacional en la Guerra Civil y cuya exhibición en democracia se limita al Viernes Santo.