“Es preciso que caminemos hacia una cada vez mayor autofinanciación de la Iglesia. Podemos estar aproximándonos hacia tiempos no fáciles, somos los cristianos quienes hemos de sostener fundamentalmente a la Iglesia. No nos coja desprevenidos”. Esto escribe en su última carta pastoral el cardenal arzobispo de Valencia y vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española, Antonio Cañizares Llovera. En plena campaña de los obispos para convencer a sus fieles de que marquen la equis en favor de la Iglesia católica en la declaración de la renta (IRPF), Cañizares pone el dedo en una llaga que los prelados no logran cerrar: su compromiso concordatario de llegar un día a autofinanciarse, sin recibir dinero de los Presupuestos del Estado para pagar el salario de obispos y sacerdotes.
El cardenal Cañizares se hace eco de esa campaña y pide a los católicos de su archidiócesis que la hagan caso, pero se declara pesimista sobre el inmediato futuro. Dice: “La Iglesia en España, como en Italia, se financia en gran parte de sus presupuestos del IRPF. Negar esta ayuda es un no sentirse Iglesia a la que debemos ayudar en todos los órdenes, también en el económico. ¡Ojalá fuese posible una total autofinanciación, porque eso supondría una Iglesia más libre y más disponible o en disposición plena para evangelizar! Por eso invito a todos los fieles a que dejemos de lado una mentalidad en la que parece que el mantenimiento de la Iglesia no vaya con uno”
La posición del cardenal de Valencia choca con la mayoritaria entre sus colegas en el episcopado, convencidos de que la financiación directa del Estado es un derecho intocable. El pasado ejercicio fiscal recibieron por ese concepto 256,21 millones de euros, un 2,83% más que el año anterior, sin que los católicos pongan nada de su bolsillo. Lo subraya el propio Cañizares en esta carta pastoral. “No se trata, como se viene repitiendo hasta la saciedad, de un impuesto más, sino de aquellos impuestos que hemos de aportar al erario público, de los que una parte -el 0,7 %- lo destinemos a la Iglesia católica. Ahí tenemos la campaña del ‘X tantos’. Los fieles cristianos católicos no tenemos un impuesto más añadido. Pero con nuestra aportación del IRPF contribuimos a cumplir con el quinto mandamiento de la Iglesia: Ayudar a la Iglesia en sus necesidades», afirma.
El acuerdo entre España y el Estado vaticano “sobre Asuntos Económicos”, negociado en Roma en paralelo con la redacción de la Constitución, en el otoño de 1978, coincide en su preámbulo con la tesis de Cañizares. En su primer párrafo se afirma que “la revisión del sistema de aportación económica del Estado español a la Iglesia católica resulta de especial importancia al tratar de sustituir por nuevos Acuerdos el Concordato de 1953”.
Compromiso de autofinanciación
Por una parte, el Estado dice asumir que “no puede ni desconocer ni prolongar indefinidamente obligaciones jurídicas contraídas en el pasado”, pero también reconoce la necesidad de un periódico transitorio. Esa idea, que comparten los obispos de la época, liderados por el cardenal Vicente Enrique y Tarancón, se plasma en el artículo 2.5: “La Iglesia católica declara su propósito de lograr por sí misma los recursos suficientes para la atención de sus necesidades. Cuando fuera conseguido este propósito, ambas partes se pondrán de acuerdo para sustituir los sistemas de colaboración financiera expresada en los párrafos anteriores de este artículo, por otros campos y formas de colaboración económica”.
El incumplimiento de ese compromiso de hace 40 años es afeado incluso por amplios sectores del catolicismo oficial y, en especial, por la Asociación de Teólogos y Teólogas Juan XXIII, el Foro de Curas, la corriente Somos Iglesia y Redes Cristianas. Tampoco Cañizares parece contento con la actual situación. Académico de la Real Academia de la Historia y miembro de la Curia (Gobierno) del papa Benedicto XVI entre 2008 a 2014 como prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, su tesis coincide en sustancia con el pensamiento del papa alemán, ahora emérito, muy crítico con el sistema vigente por ofrecer al pueblo una imagen opulenta de su confesión
En Alemania, los contribuyentes, sean católicos, protestantes o miembros de otras comunidades religiosas, pagan una cantidad igual a entre el 8% (en Baviera y Baden Württemberg), y el 9% (en el resto del país) de su impuesto sobre la renta a la iglesia a la que pertenecen. Por ejemplo, una persona que gane 50.000 euros aportaría entre 800 o 900 euros, que recauda el Estado en nombre de las confesiones.
Lo que critica Benedicto XVI en conversación con el periodista Peter Seewald, publicada en 2016 con el título Últimas Conversaciones, es que ese sistema ofrece una imagen opulenta de su iglesia. “Ese exceso de dinero que luego, sin embargo, siempre resulta insuficiente, y la amargura que ello engendra, la malevolencia que existe en los círculos de intelectuales alemanes, ese es, creo, el gran peligro de la Iglesia en Alemania”, afirma.
La posición del Papa con quien Cañizares trabajó como ministro seis años parece inspirar el fondo de la carta pastoral de esta semana, cuando afirma que “el momento es importante” porque “no se trata de enriquecer a la Iglesia en España o que nade en abundancia, sino simple y sencillamente de que pueda subsistir y llevar a cabo su misión evangelizadora, que siempre habrá de ser en pobreza y austeridad”.