Al objeto de constituir una Plataforma por una Escuela Pública y Laica, Granada Laica presenta a las organizaciones socielas y sindicales la siguietne propuesta.
MANIFIESTO POR LA ESCUELA PÚBLICA Y LAICA
Ante el debate sobre la educación que se está produciendo en instancias políticas y sociales de nuestro pais, se hace necesaria un reflexión detenida y un posicionamiento responsable de la ciudadanía.
Puesto que la educación es un derecho fundamental y universal de las personas, la madurez de la sociedad y la formación ciudadana depende de la calidad de la misma. A su vez, el carácter universal y fundamental de la educación la convierten ineludiblemente en un servicio público.
Sin embargo, la deriva actual de la gestión de los servicios educativos en nuestro país es la de una progresiva privatización y mercantilización de la educación, que al parecer tomará carta de naturaleza en un previsible” pacto social y político por la educación, pues no llega a abordar de forma consecuente y responsable la educación como servicio público. La opción por una educación privada sólo podrá servir a quien disponga de recursos para su satisfacción y por tanto segrega en lugar de integrar, prima a unos ciudadanos sobre otros y los encauza por la senda insolidaria de la mercantilización voraz de la sociedad.
Por tanto, la educación pública habrá de ser laica, puesto que se habrá de sustentar sobre la formación integral de la persona, sin que prime en el proceso educativo ningún tipo de creencia, dogma o fe, que sólo le aportaría sesgos interesados y manipuladores, contrarios al interés general.
Una educación pública y laica no excluye a nadie, pero no admite privilegios de creencias, dogmas o religiones que intenten imponerse como verdades únicas sobre los demás.
Por todo ello, proponemos el siguiente manifiesto por LA ESCUELA PÚBLICA Y LAICA:
- La escuela, como derecho fundamental, ha de garantizar su carácter de servicio público y universal, para que la disparidad de condiciones económicas de la sociedad no influya sobre el acceso al saber y el desarrollo integral de las personas. Esto supone la exclusión de la subvención y mantenimiento con fondos públicos a centros concertados confesionales, o al menos la disminución de los mismos de forma progresiva.
- La Escuela pública y laica ha de ser emancipadora, promotora de la transformación social, encaminada al enriquecimiento de toda la ciudadanía… en choque frontal con los criterios segregadores de la escuela privada competitiva, interesada y de rentabilidad económica o religiosa.
- En la escuela pública y laica deben de sentirse cómodos todo el alumnado, sus familias y el profesorado. Los centros han de educar sin dogmas, ni verdades únicas y excluyentes, en valores humanistas, científicos y universales, en la pluralidad, en el respeto a los derechos humanos, en la asunción de la diferencia y la diversidad, en los valores éticos, no sexistas y democráticos que son comunes a todos y a todas.
- La educación (Artículo 27 CE) tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana, en el respeto a los principios democráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales. Por lo que el Estado habrá de velar por que se den las condiciones para ello, evitando que la jerarquía eclesiástica intervenga impartiendo materia alguna en la escuela pública, o participando en sus claustros, así como eliminando de la escuela pública los signos externos pertenecientes a creencias religiosas de cualquier género.
- La religión debe salir del horario lectivo obligatorio, para respetar los derechos de toda la comunidad educativa. El mantenimiento de la clase de religión en la escuela pública atenta contra la Constitución Española (Art. 16.2) “nadie podrá ser obligado a declarar sobre su ideología, religión o creencias” pues clasifica a las y los escolares en creyentes y no creyentes.
Por tanto apostamos y defendemos una escuela pública, democrática y laica, como garantía para avanzar hacia un modelo educativo integral, preventivo, participativo, compensador de desigualdades y que eduque en la diversidad cultural y para la convivencia. Es nuestra responsabilidad demandarla ante la formación de las nuevas generaciones