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El referéndum del 1-O fractura a la Iglesia catalana

El Vaticano no parece dispuesto a apoyar ningún movimiento secesionista pero tampoco defenderá la unidad de España, tal y como le ha pedido el Gobierno

El referéndum del 1-O también ha llegado a la Iglesia catalana. Independientemente de lo que ocurra a partir del domingo, el conflicto ya ha sembrado una profunda división en el clero y ha dejado  una declaración de la Conferencia Episcopal que pide evitar «actuaciones irreversibles» y apuesta por el diálogo. El escenario se fractura entre las claras apuestas por el referéndum y aquellos que optan por el silencio.

Las peticiones de participación en el 1-O constituyen una buena parte de los pronunciamientos de la Iglesia catalana. En contra, se sitúa la Conferencia Episcopal Tarraconense, que aglutina a los obispos de las diez diócesis catalanas. La organización emitió un comunicado la semana pasada en el que llamaba a la «sensatez» y a la «comunión»,  reclamando a los fieles una «ayuda» para que la sociedad «sea un espacio de fraternidad, de libertad y de paz».

Aquellos que han optado por el silencio mantienen una postura de «esperar y ver» para no echar más leña al fuego. Entre ellos, el actual arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, que ha mostrado su tibieza en unas declaraciones: «Favorezcamos el diálogo, evitemos la confrontación y evitemos el enfrentamiento de unos contra otros por el bien común».

El impacto de la declaración

Aún es tangible el impacto generado por la declaración ratificada por más de 400 sacerdotes y diáconos catalanes, que representan al 20% del clero en ese territorio, apoyando explícitamente la celebración del referéndum del 1-O y que se constituye como un respaldo a los independentistas.  «Solicitamos a la Iglesia católica, por su implantación cultural y territorial, que dé a conocer a sus fieles la Doctrina Social de la Iglesia sobre el derecho de autodeterminación», aseguraban en el pronunciamiento.

Entre los firmantes también había algunos clérigos con responsabilidades en las curias diocesanas como vicarios generales, vicarios episcopales, delegados diocesanos y arciprestes de varios obispados o profesores de los centros docentes de teología. No obstante, la mayor parte de los firmantes son cargos eméritos, conocedores de que sus obispos podrían tomar represalias contra un pronunciamiento que, en opinión de algunos prelados catalanes, podría «romper la comunión».

Las declaraciones que más revuelo han generado se realizaron en la Amazonía brasileña. Allí, uno de los referentes de la Iglesia catalana considerado como uno de los «obispos de concilio», Pedro Casaldáliga, declaraba  en el portal religiondigital.com que «preferiría que no hubiese independencia». «Hay personas sensatas que van a enfocar la cosa de forma diferente. No es un proceso natural. No tiene sentido», continuaba.

Teniendo en cuenta la entidad del entrevistado, estas palabras cayeron como un jarro de agua fría entre el clero catalanista más comprometido con lo social.

El Vaticano no se pronunciará

Esta argumentación contrasta con la declaración ratificada por los 400 clérigos que consideraban «legítima y necesaria la realización de este referéndum», valorando «todas las circunstancias que han llevado a la convocatoria por parte del Gobierno de la Generalitat de un referéndum de autodeterminación el próximo 1 de octubre y ante la imposibilidad de pactar las condiciones para llevarlo a cabo de forma acordada», reseñaban.

Su publicación provocó una rápida reacción del Ejecutivo español, que a través de su nuevo embajador en Roma, Gerardo Bugallo, entregó el pasado viernes una «nota verbal» de protesta al cardenal secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin. En ella solicitaba un pronunciamiento de la Santa Sede en contra de estas declaraciones y defendiendo la unidad de España. Sin embargo, según las fuentes consultadas por eldiario.es, esta respuesta no se producirá.

Los curas independentistas subieron el tono de su crítica, pidiendo así al papa Francisco que medie ante el Gobierno de Rajoy para que «recapacite su visceral oposición» al referéndum, «cese sus acciones represivas» y «permita realizar con garantías» la consulta.

Previamente a que se publicase el texto a favor del referéndum, dos de los baluartes de la Iglesia catalana, los monasterios de Poblet y Montserrat, emitieron una declaración conjunta en la que reclamaban a Rajoy y a Puigdemont «un ejercicio de máxima prudencia y responsabilidad para un diálogo constructivo». El monje Sergi D’Assis llego a denunciar la «represión del Estado español» contra Cataluña, en la homilía del pasado domingo en Montserrat .

Otras instituciones como la Unió de Superiores Generales de Catalunya o la Fundació Escola Cristiana se pronunciaban del mismo modo. Sin embargo, Cristianisme i Justicia, el principal foro de cristianismo progresista catalán, evitaba posicionarse aunque sí apostaba por «la resolución política y negociada del conflicto entre los gobiernos catalán y español».

Su principal valedor, el teólogo jesuita José Ignacio González Faus ofrecía una alternativa: exigir a Rajoy y Puigdemont que «dimitan y convoquen unas elecciones, generales y autonómicas», a las que ninguno se presente como candidato.

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